Jorge G. Castañeda / Golpe a golpe: TV, el IMSS y el SNTE
Autor | Jorge G. Castañeda |
La segunda medida emblemática que en esta materia podría aplicar Calderón es la famosa tercera cadena en la televisión. Como es bien sabido, a pesar de la privatización del Canal 13 (y el 7) a principios de los noventa, Televisa retiene una proporción preponderante del rating, y por ende del mercado publicitario. El gobierno de Fox nunca quiso contemplar la creación de una tercera cadena, que necesariamente tendría que asociarse con alguna empresa extranjera y que de manera inevitable, al principio por lo menos, le robaría "share" a Televisa y a TV Azteca. A tal grado se opuso Fox a ello que durante su última gira a Nueva York, se entrevistó con Jay Ireland de la NBC, a quien le reiteró que no se permitiría la entrada de Telemundo a México. No debe extrañarle a nadie, entonces, lo que sucedió hace unos días con el micrófono abierto de Telemundo.
Una tercera cadena, compuesta por un grupo mexicano fuerte y un socio extranjero poderoso (las leyes lo permiten: ver el caso de Radio W de Televisa y el Grupo español Prisa), introduciría ingredientes significativos de competencia en lo que es probablemente el sector más conservador y que menos cuentas rinde en México. No parece haber otra explicación de un hecho insólito: a más de 10 años del arranque de la democratización final del país, todavía no hay un solo programa político en televisión en horario triple A y en un canal abierto nacional (2 o 13). Si no se pueden acercar las frecuencias y entregar los canales 3, 6, 8, 10 u 12, sencillamente se obliga a Televisa a desprenderse de uno de sus canales nacionales abiertos.
Huelga decir que si bien los dos ejemplos citados pertenecen al sector privado, lo mismo podría -y debería de- suceder en el sector público y en los parajes de la economía dominados por el extranjero, principalmente la banca. Pemex, CFE y CLyFC requieren de cirugía mayor, no para privatizarlas, sino para introducir fuertes dosis de competencia en sus ámbitos. Es factible lograrlo regional o sectorialmente, liquidando a Luz y Fuerza (costaría 40 mil millones de pesos, y se ahorraría una fortuna en poco tiempo), o permitiéndole a CFE vender electricidad en el Valle de México, y a Luz y Fuerza en el resto del país, junto con otras empresas públicas o privadas. No hay aquí afán de indiciar al sector privado nacional; los mismos cambios son imprescindibles en el sector público o extranjero: no bajarán los costos de transacción en la banca ni subirá seriamente la intermediación como...
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