Jorge Ramos Ávalos / Matar es fácil

AutorJorge Ramos Ávalos

Estoy aterrado con lo fácil que fue para Stephen Paddock matar a tantas personas en Las Vegas. Acumuló un montón de armas en su cuarto de hotel, rompió dos ventanas y luego, como en un campo de tiro, se puso a disparar a las 22 mil personas que asistían a un concierto al aire libre.

Matar es muy fácil en Estados Unidos.

No hay ninguna disputa de que en este país hay un peligroso enamoramiento con máquinas que te matan. En Estados Unidos existen más armas que habitantes y por eso es tan fácil matar; hay 112 armas de fuego por cada 100 habitantes, según un rápido vistazo en Wikipedia.

El argumento es muy sencillo: mientras más pistolas y rifles existan, más fácil es que se usen para matar. Pero esta lógica nunca ha podido convencer al Congreso de Estados Unidos. Matanza tras matanza los congresistas se rehúsan a hacer algo al respecto. Hay mucho dinero de por medio.

Vamos al ejemplo. En el 2015 fueron asesinadas 13,500 personas con armas de fuego en Estados Unidos. Y en ese mismo año solo una persona fue asesinada de la misma manera en Japón, según un reporte de la Policía Nacional citado por el Washington Post. ¡Una!

¿Por qué esta enorme diferencia? Porque en Japón es muy difícil obtener un arma de fuego. Matar ahí es difícil; menos de una de cada 100 personas posee un arma.

Un reporte de la BBC (http://bbc.in/2jjeMzM) enumera todo lo que tiene que hacer un civil japonés para comprar una pistola: tomar clases durante varios días, aprobar un examen, acertar 95 por ciento en una prueba de tiro, pasar una revisión de antecedentes penales y de posibles contactos con terroristas, y superar una investigación de familiares y compañeros de trabajo. El permiso solo dura tres años y, luego, hay que volver a hacerlo todo. Japón ha demostrado que se puede reducir drásticamente el número de asesinatos si complicamos y limitamos el acceso a las armas de fuego.

¿Por qué no se puede hacer algo así en Estados Unidos? Se puede perfectamente respetar la segunda enmienda de la Constitución -que garantiza el portar armas de fuego- y, al mismo tiempo, proteger la vida de todos los que vivimos en este país. Pero ese balance está roto.

Las masacres se han convertido en algo casi cotidiano. Creía, equivocadamente, que tras el asesinato de 20 niños y seis adultos en la escuela Sandy Hook de Connecticut en el 2012 las cosas cambiarían. Pero no pasó nada. Pensé que tras el tiroteo en la discoteca Pulse de Orlando, donde...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR