Jorge Ramos Ávalos / Miami sin Fidel

AutorJorge Ramos Ávalos

MIAMI, Estados Unidos. Los cubanos del exilio, que nunca han sido tímidos para expresar su opinión sobre ningún tema, esperan a que se muera Fidel Castro. Pronto. Así. No conozco a muchos que lo quieran vivo. Y lo dicen abiertamente.

Pero la gran pesadilla del exilio es que todo siga igual luego de la muerte del dictador. La transición del poder que ya ha ocurrido en Cuba -con Raúl Castro al mando, por dedazo de Fidel, y sin rebeliones callejeras- era un escenario que pocos se imaginaban.

En los 16 años que llevo viviendo en Miami siempre escuché, tanto de académicos, como de mis muchos amigos cubanos, que con la muerte o enfermedad de Fidel la dictadura se resquebrajaría. Y no ha sido así.

Por el contrario, la misteriosa enfermedad del comandante atornillado al poder ha obligado a cerrar filas entre la elite que gobierna Cuba. Tanto es así que nadie ni siquiera se atreve a hablar públicamente de la salud de Fidel y no sabemos con certeza de qué está enfermo. El estómago y el colon de Castro son secretos de estado.

Que Fidel no se haya presentado para las celebraciones de su octagésimo cumpleaños, y que se haya perdido las tomas de posesión de Hugo Chávez en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, significa que Castro está muy enfermo y no se puede mover. Bajo otras circunstancias, nada le hubiera evitado asistir a esos eventos para alimentar su gordo ego y para recordarnos que él tenía razón y que la historia de América Latina da vuelta a la izquierda.

Tengo en mis manos la edición del 1 de agosto del 2006 del periódico El Nuevo Herald que anuncia triunfal en su titular "CASTRO CEDE EL PODER" y acompaña una serie de artículos con fotografías de la "desbordante euforia en las calles de Miami".

Desde ese momento, hace ya 6 meses, no ha vuelto a haber fiestas frente al restaurante Versalles en la Calle Ocho. Y es que parece que Raúl encontró la manera de darle continuidad y estabilidad al régimen. Los "segurosos" están infiltrados en todos lados y más de la mitad de las empresas cubanas son controladas por el ejército.

Así, ¿quién se atreve a rebelarse? La gente en Cuba no se ha alzado por el temor a la represión militar. Con Fidel o sin Fidel, las fuerzas armadas cubanas dependen de Raúl.

La gran incomodidad en Miami es que sin Fidel Castro visiblemente en el poder, nada parece haber cambiado en la isla. Y eso es terrible: para Cuba, para el exilio y para todos aquellos que creemos que los cubanos de la isla merecen, al igual que los...

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