Jorge Ramos Ávalos / Un verano de odio

AutorJorge Ramos Ávalos

El odio anda suelto en Estados Unidos. Lo que antes solo se pensaba a solas en una recámara o se decía en secreto en la cocina, de pronto, se escucha en la televisión, se lee en las redes sociales y se grita en las campañas por la Presidencia. El odio se ha convertido en lo normal.

Ese odio será amplificado en las convenciones de los partidos políticos -primero la republicana en Cleveland y luego la demócrata en Filadelfia- y entraremos al caluroso agosto con un país totalmente dividido. Este ya es, por definición, un verano de odio. Y el otoño no pinta mucho mejor.

El principal factor de odio en este país tiene nombre y apellido: Donald Trump. Él permitió que los prejuicios raciales más íntimos -esos que nunca se mencionaban en público- se convirtieran en el mensaje central de su lucha por la Presidencia. Así acusó injustificadamente a los inmigrantes mexicanos de criminales y violadores, propuso prohibirle la entrada a 1,600 millones de musulmanes, se burló de un periodista con una discapacidad física y de un veterano de guerra como el senador John McCain, y ha rehusado disculparse por llamarle "cerdos" y "perros" a las mujeres.

Trump es un hater. Nunca en mi vida había oído hablar así a un político norteamericano. Y muchos de sus seguidores creen que si un candidato insulta y agrede, ellos también pueden hacer lo mismo. El resultado es un preocupante ambiente donde los ataques, la vulgaridad y el racismo se han vuelto la norma. Pero Trump no es el único factor de odio. La muerte de dos afroamericanos -uno en Minnesota y otro en Luisiana- a manos de policías blancos (y sin aparente razón) destaca una triste realidad: mientras más oscuro sea el color de tu piel, hay más probabilidades de que seas víctima de abuso policial en Estados Unidos.

El gran cambio está en que, por primera vez, estamos viendo cómo opera el odio racial. Es la tecnología al servicio de la justicia. Después que la policía de St. Paul, Minnesota, disparó contra el conductor afroamericano Philando Castile, su novia empezó a transmitir todo a través de Facebook Live. Miles pudieron ver en vivo cómo moría Castile luego de ser detenido por una simple infracción de tránsito. Lo mismo ocurrió a las afueras de una tienda de Baton Rouge, Luisiana. Un testigo filmó con su celular el momento en que dos policías blancos tiraban al suelo al afroamericano Alton Sterling, y luego capta cuando...

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