Jorge Ramos Avalos/ Miedo a volar

AutorJorge Ramos Avalos

ORLANDO, Florida.- Lo pensé dos y hasta tres veces antes de subirme a un avión y venir aquí a una reunión familiar. El dilema era muy sencillo: tomo un vuelo de 45 minutos de Miami a Orlando o manejo cuatro horas y media. Al final me subí al avión para no perderme el pavo de Thanksgiving. Pero tengo que reconocer que tras los actos terroristas del 11 de septiembre y del avionazo del vuelo 587 de American, volar ha dejado de ser un placer.

No soy el único. "Si se cae el avión", le preguntó Carolina a su mamá, "¿nos morimos todos?" Carolina, la hija de mi cuñado, compartía a sus seis años de edad los mismos temores. Por más que sus padres trataron de protegerla, Carolina vio una y mil veces cómo dos aviones se estrellaban contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y, más recientemente, la estructura de papel de un airbus A-300 desbaratarse en pedazos sobre un vecindario en Queens.

El año pasado murieron 42 mil personas en Estados Unidos en accidentes de auto. Y en este 2001, aun si sumamos los muertos de los cinco aviones perdidos en los últimos dos meses, no pasan de 525 las víctimas aéreas. Volar, no hay duda, es más seguro que manejar. Sin embargo, ¿por qué crea tanta ansiedad el subirse a un avión en estos días? Lo que el auto nos da -y de que carecemos al volar- es la sensación de estar en control de la situación. En un avión me siento totalmente vulnerable; mi vida depende de otros. Un error humano o una falla mecánica en un carro me puede dejar al lado de la carretera; los mismos problemas en un avión me ponen a un ladito del cementerio. Pero por más que me digan que es más peligroso viajar en auto que en avión, la industria de la aviación de Estados Unidos -la más avanzada tecnológicamente del mundo- deja mucho que desear.

¿Cómo es posible que los sistemas de seguridad en los aeropuertos no hayan detectado que 19 terroristas -¡diecinueve!- se subieron armados con cuchillos e instrumentos cortantes en cuatro aviones? ¿Cómo? Los soldados de la guardia nacional -armados con fusiles AK-47 y listos para combate- que encontré en los aeropuertos de Miami y Orlando, lejos de crear un clima de tranquilidad, enfatizan las debilidades del sistema de seguridad. ¿Y cómo pueden explicarnos que la cola de un avión se desprendió tras una fuerte turbulencia causada por otra aeronave que le precedió? ¿Acaso los aviones no deben resistir eso y mucho más? "Pedimos a la gente que no se ponga nerviosa por este desastre aéreo", solicitó...

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