Jorge Ramos Ávalos / Super-Obama

AutorJorge Ramos Ávalos

AUSTIN, TEXAS.- No se puede medir pero se siente. Las 2 mil personas en el auditorio de la Universidad de Texas le aplaudieron mucho más a Barack Obama que a Hillary Clinton. Al ver las reacciones que provoca, es inevitable sospechar que nos encontramos ante uno de esos fenómenos políticos que ocurren muy rara vez en la historia de un país.

Es cierto; la mayoría de los asistentes al debate presidencial copatrocinado por CNN y Univisión eran jóvenes estudiantes -la base fundamental de votantes del senador de Illinois de 46 años. Pero para sus seguidores es, simplemente, Super-Obama, el candidato que no se puede equivocar y que viene a cambiar el mundo.

El entusiasmo por este delgadísimo político, de padre de Kenia y madre de Kansas, raya casi en el culto. Si Barack habla, le aplauden. Si toma agua, le aplauden. Y si estornuda, también le aplauden. No exagero: checa los videos en youtube.com.

Esto explica, en parte, por qué ha ganado las últimas 10 elecciones primarias del Partido Demócrata y por qué pudiera colgarse de la nominación presidencial si gana en Texas y Ohio el próximo martes 4 de marzo. Pero sería injusto decir que se trata, únicamente, de una cuestión de carisma, retórica e inspiración.

Su experiencia en el gobierno es mínima -cuatro años en el Senado- si se le compara con la de cualquier otro precandidato presidencial. Sin embargo, son precisamente su poco bagaje y su frescura los que lo convierten en un personaje tan atractivo para los votantes.

Barack -y a muchos resulta cómodo llamarlo por su primer nombre- parece no tenerle miedo a nada. Es un joven como cualquier otro. Y aunque está mucho más cercano a mi edad (49) lo siento perfectamente conectado a la generación de mi hija Paola (21).

Su mensaje es tan claro y sencillo que todo el mundo se lo sabe: cambio, cambio, cambio. Promete romper con el pasado y hacer puentes hacia el futuro y el resto del mundo. Su contrincante Hillary Clinton lo acusa de hablar mucho y de ofrecer pocas soluciones concretas. Y a los periodistas nos acusan por no presionarlo más en las entrevistas y de ser demasiado complacientes con él.

La realidad es que Barack tiene un fino oído, sabe leer bien lo que quiere el país, y últimamente ha llenado sus discursos -¿sermones?- con muchos más detallitos. A pesar de su fama de idealista, es un político fieramente pragmático. Hillary lo ataca y él, en lugar de contestar el ataque, prefiere apuntar sus críticas al virtual candidato presidencial del Partido...

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