Jorge Suárez-Vélez / Muchos ceros

AutorJorge Suárez-Vélez

Antes de 2018 muchos decíamos que López Obrador era una amenaza para México. Pero cabía la posibilidad de logros, que resolvería algún complejo problema histórico para el que su evidente mandato era imprescindible. Dos años más tarde, asombra su capacidad para destruir nuestras pocas fortalezas y profundizar nuestras muchas debilidades. Necesitaría muchas veces el espacio que tengo para enumerar sus errores.

Mucho del daño es irreversible. Mucho será imposible de medir. Pero el deterioro económico y el empobrecimiento son cuantificables. Este gobierno se ha quemado en gasto corriente y clientelar todos los guardaditos que administraciones previas dejaron, ha priorizado tirar una fortuna en obras absurdas en vez de proteger a cientos de miles de empresas y pequeños negocios que emplean a millones de mexicanos, y que cerrarán permanentemente por la pandemia; ha abonado al lacerante crecimiento de la informalidad justo cuando más nos urgen productividad y recaudación; ha creado un ambiente hostil para la inversión privada cuando el gobierno invierte menos que nunca y, como consecuencia, ha dinamitado el potencial de crecimiento de la economía mexicana que será, por primera vez, más pequeña al final de un sexenio que a su inicio. Más de diez millones de mexicanos de clase media engrosarán las filas de la pobreza y más de 33 millones están desempleados o subempleados.

El endeudamiento de este gobierno, que justificó su austericidio precisamente para no endeudarse, ha crecido 12 puntos del PIB en sólo dos años; llegamos a un nivel que hace 30 años no veíamos. Seguirá aumentando como consecuencia de un déficit esperado de un par de puntos del PIB en los Requerimientos Fiscales del Sector Público cada año. Según análisis de Bank of America, el Grado de Inversión de la deuda mexicana empezará a estar en riesgo a fines de 2021.

Mantener a Pemex es un propósito cuestionable que le costará a este gobierno dos puntos del PIB al año, tres por inversiones inaplazables. Pero es suicida no condicionar el rescate a cambios de fondo para una empresa con tecnología obsoleta, corrupta, ineficiente y con una estructura laboral insostenible. Empresas que extraen petróleo a una fracción del costo de Pemex van en la dirección opuesta. Mientras...

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