Jorge Suárez-Vélez / La Utopía Regresiva

AutorJorge Suárez-Vélez

En su libro Factfulness, el profesor sueco de desarrollo global Hans Rosling dice que uno de los factores que más confunde hoy a quienes diseñan políticas públicas es su reticencia a aceptar el innegable progreso y que las cosas están mucho mejor de lo que se cree. Parecería que escuchó el discurso de toma de posesión de López Obrador.

Según AMLO, México vive una terrible crisis ocasionada por el paradigma neoliberal y estaba mejor hace 36 años. Eso no es ni remotamente cierto. El Presidente sufre de un mal al que Felipe González ha llamado utopía regresiva: tiene la certeza de que un pasado -que nunca existió- era mejor.

No hay un solo indicador en un solo estado donde México estuviera mejor antes que ahora: mortandad infantil, ingreso per cápita, esperanza de vida, alfabetización, sanidad, años de educación, acceso a energía eléctrica, agua, pobreza extrema, competitividad, industrialización, producción agrícola. Dice Rosling que la negativa a admitir el progreso equivale a conducir un automóvil con un GPS cuyos mapas están errados. Con seguridad no llegaremos al destino deseado. Si quien propone políticas públicas no aprecia objetivamente la realidad, o privilegia el dogma sobre los datos duros, se corre el riesgo de utilizar recursos, tiempo y energía para destruir lo que funciona, en vez de aprovechar el camino recorrido y construir sobre lo ya alcanzado corrigiendo errores. Fuerzan a empezar de cero con el riesgo de un retroceso irreversible.

La cancelación del Nuevo Aeropuerto es excelente ejemplo. No era una obra perfecta y quizá hubo corrupción. Lo inteligente hubiera sido aprovechar los miles de millones de dólares ya invertidos, terminar la obra, y utilizar la fuerza del Estado, y la que resultó del abrumador mandato de Morena, para auditar meticulosamente cada contrato y aplicar el rigor de la ley a quien haya abusado. En vez de eso, no habrá aeropuerto y se dilapidarán decenas de miles de millones de pesos (36 mil millones en la primera etapa) para recomprar deuda que se contrajo para financiar una obra que ya no se hará. La alternativa era pagar los bonos con los ingresos que el aeropuerto generaría, sin necesidad de recursos públicos. Lo que se hará equivale a poner ese dineral en una enorme pila para después prenderle fuego.

En...

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