Jorge Volpi / Una apuesta por la ficción

AutorJorge Volpi

¿Por qué la lectura ocupa un lugar tan incómodo en nuestra vida cotidiana y en nuestra vida pública? ¿Por qué los libros parecen haber perdido el lugar central que llegaron a tener en el pasado? ¿Por qué se han convertido en objetos de culto, defendidos por unos cuantos como si se tratase de especies en peligro de extinción? ¿Por qué ya no creemos que sean un salvoconducto (o un refugio), una fuente de diversión (o de pasiones), el camino hacia una vida mejor (o hacia otras vidas) y, a fin de cuentas, una puerta hacia el placer? ¿Y por qué, sin embargo, no dejamos de lamentarnos y nos esforzamos en remediar esta pérdida con agónicas campañas que se valen de las mismas herramientas usadas por las que promueven la vacunación?

Algo estamos haciendo muy mal. Nos quejamos de nuestros pobres índices de lectura al tiempo que, en nuestras escuelas primarias y secundarias, tanto públicas como privadas, no hacemos sino enseñarles a nuestros niños y jóvenes a odiar la lectura. El problema no es vivir en una era que privilegia la tecnología, inundada de pantallas, sino en no saber conferirles a los libros el lugar que les corresponde en este mundo cibernético. Basta de rasgarnos las vestiduras: la culpa de que nuestros niños y jóvenes no lean está en nuestro caduco sistema educativo. Los paliativos -al estilo: lee 20 minutos al día- son medidas fútiles para corregir, en 20 minutos, años de desastre.

Poco antes de la elección del 2012 publiqué en estas páginas un artículo con la misma idea que reitero ahora: necesitamos nuevas formas de acercar la lectura a niños y jóvenes. Un método que deje de hacerles creer que nos hallamos en el siglo XIX y que los libros ocupan un lugar distinto y ajeno, superior, a los demás dispositivos para contar historias.

Somos seres narrativos. Seres ficcionales. Contar -y contarnos- historias no es una obsesión, sino una necesidad. Las ficciones son vehículos de supervivencia y los mejores instrumentos que hemos inventado para conocernos unos a otros. No hace falta quebrarse la cabeza para saber que en ellas se encuentra el único remedio ante el repudio hacia los libros. Las ficciones nos rodean desde que nacemos, en la televisión, en las pantallas de cine, en el teatro y en la ópera, en Internet y en...

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