Jorge Volpi / Cinco + siete

AutorJorge Volpi

Hace un año, Andrés Manuel López Obrador consiguió al fin lo que pareció imposible: ganar la Presidencia con un apoyo no solo mayoritario, sino contundente. Fue -lo dije entonces- el inaudito triunfo de la razón. México, durante los doce años anteriores, se había sumido en una de las peores etapas de su historia: Felipe Calderón, con su irresponsable estrategia de seguridad, desató la ola de violencia que, al día de hoy, se ha cobrado unas 250 mil vidas -repito la cifra semana a semana, esperando que nunca deje de sonar escalofriante-, mientras que Enrique Peña Nieto convirtió a su gobierno en una aceitada maquinaria de saqueo.

La victoria del 1o. de julio de 2018 representó, en este escenario, el repudio hacia el sistema que permitió semejante catástrofe. Con su tenacidad e inagotable fe en sí mismo, AMLO encarnó las esperanzas de cambio tanto como la necesaria ruptura con el pasado. Desde entonces, su estilo personal -austero, directo, impulsivo- modificó drásticamente las estructuras de poder. Y se encargó de devolverle un lugar principal a todos aquellos que habían sido olvidados durante los gobiernos anteriores: los millones sumidos en la pobreza o la pobreza extrema, conducidos al centro de la acción pública.

Durante cinco vertiginosos meses de interregno, el Presidente electo comenzó una frenética actividad destinada a convertir en hechos la promesa de hacer las cosas de otra forma. Esos cinco meses resultaron tan caóticos como fecundos: se tomaron medidas apresuradas y a veces irresponsables -como la cancelación del aeropuerto de Texcoco-, al tiempo que se dibujaron alentadoras estrategias para atacar tanto la violencia como la corrupción.

La lógica de gobierno posterior quedó asentada en ese largo preludio: un acertado diagnóstico del estado del país, medidas radicales destinadas a terminar con los abusos, con frecuencia improvisadas o erráticas, acompañadas de la genuina voluntad de corregirlas o adaptarlas. Y la omnipresencia de López Obrador, convertido no solo en Presidente sino en el único vocero de sí mismo, presencia diaria en los medios que fija la agenda del día tanto como concentra la nueva narrativa del país.

A partir del 1o. de diciembre, las contradicciones de la 4T no han hecho sino recrudecerse. Si de un lado ha...

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