Jorge Volpi / Contrarreforma

AutorJorge Volpi

En México no existe la justicia. Así de simple y de terrible: la justicia es una quimera, un anhelo, una palabra vana, un engaño, un espejismo. Vivimos, literalmente, en un país sin justicia. Solo el diez por ciento de los delitos que se cometen son denunciados y, de ellos, apenas en torno al cinco por ciento terminan resolviéndose. El índice de impunidad, establecido por la organización México Evalúa, ronda el 95 por ciento tanto a nivel federal como estatal. ¿Qué significa esto? Por un lado, que, si uno ha sido víctima de un delito, denunciarlo es un acto casi inútil. Y, por el otro, que, si uno ha cometido un delito, lo más probable es que no pague por ello.

Somos, en este sentido, un Estado fallido. Un Estado incapaz de garantizar a sus ciudadanos la verdad y la justicia y que, por supuesto, tampoco puede ofrecer una reparación o la garantía de que ese mismo delito no va a repetirse. Un Estado que no cuenta con los recursos para preocuparse por sus habitantes, que los abandona a su suerte -solo aquellos con conexiones o dinero logran sus objetivos- o, peor aún, que los persigue y utiliza a su conveniencia cuando quiere demostrar que un crimen ha sido castigado. Un Estado, en fin, donde la impunidad es la reina, los culpables permanecen libres, las víctimas están desamparadas y miles de inocentes se hacinan en las cárceles.

No hay duda de que todo falla: el diseño institucional no funciona, la corrupción alcanza todos los niveles -sea económica o política-, la tortura sigue siendo una práctica habitual y no existe capacidad para investigar realmente los incontables crímenes que se producen, en especial aquellos derivados de la guerra contra el narco -asesinatos, desapariciones- o de la violencia de género que azota todo nuestro territorio. No hay duda, pues, de que este sistema de justicia -de injusticia- debe ser reformado radicalmente.

La reforma, que ha de ser integral y completa, no puede implicar, sin embargo, un retroceso aún mayor. Debe quedar claro: aunque la introducción del sistema penal acusatorio no ha logrado revertir el desastre, ha sido un avance significativo, quizás no tanto en términos fácticos como conceptuales. La introducción de la presunción de inocencia, el respeto al debido proceso y los juicios orales no...

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