Jorge Volpi / Los funerales

AutorJorge Volpi

¿Es posible imaginar a México sin el PRI? La mera posibilidad desconcierta, aturde, provoca cierto vértigo... Durante tanto tiempo esta extravagante criatura política ha fungido como una metonimia del país que entreverlo despojado de ella se antoja casi absurdo. Si algo ha caracterizado su dilatada existencia -superando en longevidad a la mayor parte de los partidos del mundo-, ha sido su capacidad de adaptarse a las circunstancias, mutando de ideología a conveniencia -de la izquierda de Cárdenas a la derecha de Alemán o del populismo de Echeverría al neoliberalismo de Salinas-, e incluso superando 12 años de exilio sin apenas inmutarse.

Pese a ello, la elección del 2018 se antoja distinta: no se trata solo de que en todas las encuestas el candidato del PRI se halle en tercer lugar -y a la baja-, o de que la distancia que lo separa del puntero sea de más de 20 puntos, sino de que empezamos a atestiguar una descomposición completa de cuanto permitió su inaudita supervivencia a lo largo de casi 90 años de historia. La pérdida de la Presidencia en el 2000 representó un durísimo golpe, pero un golpe a fin de cuentas ineludible: en el marco de la democratización global iniciada con la caída del Muro de Berlín, resultaba no sólo anacrónico, sino inviable, que el mismo partido siguiese gobernando sin permitir la alternancia.

Podría decirse, incluso, que el 2000 fortaleció al PRI, haciéndolo ver, por fin, como un partido respetable, capaz de aceptar su derrota sin alharacas. Entonces el PRI tuvo una gran oportunidad, que se apresuró a perder de inmediato: no solo hacer como si hubiera cambiado de esencia y no de piel, sino emprender una drástica reforma interna. Nadie en su interior lo intentó. En vez de ello, sus cuadros se aferraron a sus privilegios y se ocuparon en hacerle la vida imposible a Fox y a sus aliados.

La elección de Roberto Madrazo, demasiado vinculado a los lados más oscuros del partido, provocó la nueva debacle del 2006: quedar arrinconado en el tercer lugar, a 14 puntos de Calderón y López Obrador. Pero aun así el PRI conservó amplias cotas de poder local y en las elecciones intermedias del 2009 recuperó la fuerza que lo llevaría, de la mano de un candidato ideal -ideal entonces: joven y guapo, consentido por los medios-, a imponerse a...

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