Jorge Volpi / Historia de dos islas

AutorJorge Volpi

"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". El célebre inicio de Historia de dos ciudades de Charles Dickens bien podría servir hoy para referirse a dos islas cuyas vicisitudes recientes no podrían lucir más parecidas y las medidas para enfrentarlas más opuestas.

Situada en los helados confines del Atlántico, Islandia no fue poblada hasta que las primeras exploraciones vikingas arribaron a sus costas en el siglo IX de nuestra era y, tras una larga unión con Dinamarca y una breve ocupación aliada durante la Segunda Guerra Mundial, alcanzó su independencia en 1944; de suave clima mediterráneo, Chipre presume en cambio asentamientos humanos desde el décimo milenio antes de nuestra era, y sus tierras fueron sucesivamente ocupadas por griegos, asirios, egipcios, persas, franceses, otomanos y británicos hasta su independencia en 1960, aunque desde entonces su parte norte se halla bajo el control de fuerzas turcas.

Hasta hace muy poco, la primera era conocida por su alto nivel de desarrollo, sus paisajes agrestes o imponentes -en el volcán Snaesfellsjökull sitúa Jules Verne el inicio de su Viaje al centro de la tierra-, sus aguas termales y la hospitalidad de sus poco más de 300 mil habitantes; la segunda, por su alto nivel de desarrollo, la suavidad de sus playas, la riqueza de sus sitios arqueológicos -según la leyenda, en sus mares emergió Afrodita- y la hospitalidad de su más de un millón de habitantes. Paraísos quietos y serenos, más o menos apartados de los centros de poder global, que uno jamás hubiese imaginado sometidos a las violentas crisis económicas que terminaron por azotarlos.

A partir de los noventa, las dos islas se convirtieron en dos de los más apreciados centros financieros del planeta (como proclamaban los especuladores que se instalaron en sus capitales). Si bien sus economías habían prosperado gracias a una cuidadosa supervisión de sus pequeños sistemas financieros, a partir de entonces se vieron sometidas a la ola de privatizaciones y desregulación que asoló buena parte del planeta y sus bancos se vieron transmutados en gigantes de proporciones mitológicas cuyas drásticas caídas las arruinaron por completo.

Auspiciados por políticos corruptos, ineficaces o ciegamente entregados al neoliberalismo, los banqueros...

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