José Woldenberg / Pobreza, desigualdad y crisis

AutorJosé Woldenberg

La pobreza es un mal en sí mismo. La exclusión de una serie de bienes materiales y culturales segrega a franjas importantes de la población. Pero la pobreza aunada a las profundas desigualdades que cruzan al país es un agravio multiplicado. Ambas tienden a erosionar la cohesión social, a generar ciudadanos incompletos -incapaces de apropiarse y ejercer sus derechos- y a debilitar la adhesión a las fórmulas democráticas de convivencia.

Son rasgos que han marcado profundamente nuestra coexistencia y que ahora en tiempos de crisis pueden -aunque no deben- agudizarse. Por ello un "Grupo Plural" de personas convocamos a muy diferentes especialistas a debatir sobre los retos que México tiene enfrente. El evento se realizó el 26 y 27 de noviembre y la siguiente es una especie de síntesis apretada de lo que ahí se dijo (por supuesto que en ella se pierden todos los matices y la riqueza del debate).

Todo parece indicar que la crisis que estalló en Estados Unidos y que se expande por todo el mundo generará una recesión fuerte y prolongada. Como dijo Norma Samaniego, "los sistemas de alerta temprana no funcionaron" ante una especulación desmedida y desregulada. Se logró que el consumo aumentara sin incrementar los ingresos, por la vía del crédito, como dijo Adolfo Helmut, y ahora se pagan las consecuencias. Ello tendrá importantes repercusiones en nuestro país: aumento del desempleo, disminución de las remesas, eventualmente del turismo, precios del petróleo a la baja, contracción del crédito (sobre el posible retorno de migrantes hubo posiciones encontradas: los que creen que quienes ya se encuentran en Estados Unidos buscarán formas de colocarse en aquel mercado de trabajo y quienes piensan que un buen número de ellos volverá al país).

En ese nuevo marco, el muy lento proceso de disminución de la pobreza puede sufrir reveses importantes, mientras la desigualdad quizá se haga más profunda. Menos inversión y las fuertes restricciones al crédito pueden generar una espiral perversa: escaso crecimiento económico (si no es que recesión o decrecimiento), menos generación de empleos, aumento de la informalidad. Además, un incremento en la brecha regional de las desigualdades (un Norte mucho más próspero que el Sur). Y a ello hay que agregar un Estado que tradicionalmente capta escasos recursos por la vía impositiva y que destina a gasto corriente la parte fundamental de los mismos.

Lo nuevo, sin embargo, como lo apuntó Paul Krugman, es que las percepciones...

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