José Núñez Castañeda / Llegamos al 2006

AutorJosé Núñez Castañeda

En los últimos días de diciembre, Calderón dibujó dos caricaturas con un profundo mensaje. En la primera aparece un Santa Clos regordete, acostado de espaldas sobre el pesebre de Belén, después de haber empujado al Niño Dios, quien va cayendo hacia el piso. En la otra, aparece un buitre en la misma actitud que las cigüeñas que se pintan todos los años y que llevan en el pico un lienzo que sostiene a un niño sonriente que representa al año nuevo. El buitre no sostiene a un niño, sino a un pequeño monstruo y su significado es 2006 como año electoral.

Bastaron una cuantas pinceladas para descubrir el triunfo del consumismo navideño sobre el significado religioso de la festividad y para expresar lo que muchos piensan sobre las elecciones y la política. A casi seis años de las elecciones que perdió el PRI, en la población hay desilusión y hay hastío en torno a la actividad de los políticos. Parte de la desilusión es el resultado de haber creído -con la misma ingenuidad de Madero- que bastaba la sustitución de un hombre para que todo cambiara. Don Francisco estaba convencido de que la caída de Porfirio Díaz ponía punto final a 30 años de gobierno dictatorial y quedaban abiertas de par en par las puertas de la democracia. Cuando Labastida fue derrotado y se reconoció el triunfo de Vicente Fox, numerosos mexicanos creyeron que todo cambiaria casi automáticamente.

Sin embargo, no todo cambió favorablemente. Hay signos alentadores porque ya hay alternancia en el poder, porque el poder presidencial ya no es absoluto, hay libertad de prensa a pesar del asesinato de varios periodistas y de un reciente encarcelamiento. La inflación ha sido controlada y hay mayor transparencia en las cosas públicas. No surgió la catástrofe anunciada por los profetas de la destrucción, pero la inseguridad ha crecido y...

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