José Luis Lezama / Ciudad en subasta

AutorJosé Luis Lezama

No es que la venta de un tramo de la calle Enrique Rébsamen en la colonia Del Valle a una empresa privada, por parte del gobierno del Distrito Federal, no tenga o no pueda tener una base legal, aun cuando ésta sea precaria y artificial. Lo cuestionable del hecho proviene de sus consecuencias para la construcción del orden urbano y la concordia social, para la imagen pública de la autoridad y para la muy escasa y frágil identidad existente entre gobernantes y gobernados.

El espacio público es esencial para la vida comunitaria. No es, o no debe ser visto únicamente como territorio para la circulación de vehículos y productos. Es ámbito de manifestación cultural, de lucha y disputa política, de recreación, de encuentros y desencuentros, de protesta, de vida cotidiana. Para el filósofo y urbanista francés Henri Lefebvre la ciudad y la calle son lugares de intercambios, de aproximación, de proximidad, de acercamiento. La distancia, dice, deteriora las relaciones sociales, por ello considera la calle como terreno propicio para el acercamiento social y la construcción de comunidad.

No existe una ciudad libre de reglamentación, de acceso irrestricto. La ciudad y las calles, que actualmente ocupan una gran proporción del espacio urbano, son expresión de poder y de los vicios y virtudes del orden social; expresan desigualdad, censura y disciplina. El territorio urbano y sus vialidades en distintas sociedades y momentos históricos han sido espacio de discriminación, de marginación y exclusión. Mujeres, jóvenes, ancianos, minorías sexuales y, sobre todo, los pobres han sido desterrados u ocultados de la ciudad. En México durante la colonia y el porfiriato los pobres, vagabundos y pordioseros eran retirados de las partes más visibles de la ciudad por "estética del paisaje", para no perturbar la imagen de prosperidad y progreso que se quería presentar al mundo exterior.

En el siglo XIX en Nueva York, bajo la "Ley de Vagancia y Absentismo Escolar", las mujeres, madres de niños delincuentes que se aventuraban a deambular solitarias en el espacio público eran arrestadas. En Londres, la "Ley de Vagancia e Invasión Delictiva de las Propiedades" de 1839 prohibía a los niños jugar futbol o volar papalotes en las calles. En los muy masculinos bandos municipales del París de mediados del siglo XIX, las mujeres solas (unattended) o "sin dueño" (unowned) encontraban severas restricciones para desplazarse con libertad por las calles de esta ciudad. Los jóvenes, en...

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