José Luis Lezama / Fuerza moral

AutorJosé Luis Lezama

La idea del fraude electoral no es ajena a la cultura política mexicana, por ese motivo rondará por un tiempo largo en la mente, en la suspicacia y en el imaginario colectivo de los ciudadanos mexicanos. La clase política, a diferencia del ciudadano común, no sólo vive el fraude como simple idea o especulación, sino sobre todo como tentación. Ambas, tanto la idea presente en la conciencia colectiva como la tentación de cometerlo por parte de la clase política, definen el estado anímico nacional en estos días postelectorales y de cuestionamientos al proceso electoral. Éste, tal y como es manejado formalmente por las autoridades, parece legal y, por decirlo así, se supondría ejemplar, tanto por la participación ciudadana, el acceso público a la información durante los conteos preliminares y definitivos, como por la coincidencia numérica entre ambos conteos.

No obstante, existe en un sector de la población, no sólo una sensación de frustración sino también un sentimiento encontrado de tristeza y coraje por el resultado electoral. Han circulado por los medios electrónicos rumores, hipótesis, conjeturas, de la puesta en práctica de una forma sutil y tecnológicamente moderna del fraude, bajo la cual se expresaría parte de lo que los perredistas consideran como una elección de Estado. Esta estrategia no se habría expresado bajo las dudosas y burdas prácticas electorales del régimen priista, consistente en la compra directa del voto, los "carruseles", los "ratones locos" y demás expresiones del folclor electoral mexicano premoderno, sino bajo los sofisticados métodos que los programas computacionales modernos permiten. Sin duda el desarrollo de la tecnología electrónica brinda amplias posibilidades para construir muy elaborados programas por medio de los cuales pudiera manipularse, administrarse o conducirse la información hacia resultados predeterminados. Las dos últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos parecerían haber sido un buen laboratorio donde se experimentó con estas estrategias electrónicas de manipulación de los votos y en donde también se desarrollaron mecanismos para intentar contrarrestar la posibilidad de estos procedimientos. Las primeras dudas en este sentido surgieron en los comicios presidenciales del 2000, cuando compitieron el hoy presidente Bush y el entonces vicepresidente Gore. Lo cerrado de la votación y las irregularidades detectadas, particularmente en el estado de Florida, llevaron a la exigencia de un conteo...

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