Entrevista/ José Luis Sixtos/ 'Voy a volver a jugar'

AutorAlejandra Benítez

A principios de junio del 2001, José Luis Sixtos notó que en su cuerpo algo anda mal, un pequeño tumor se había alojado entre la ingle y el pubis, y aunque llegó a pensar que se trataba de una inflamación sin consecuencias, luego de un chequeo exhaustivo, la conclusión fue lapidaria: Cáncer.

Luego de digerir poco a poco la noticia, tratando de encontrar respuestas a un designio de la naturaleza, el espigado defensa central, que entonces militaba con el Puebla, dio luz verde para que se iniciara el tratamiento.

"Se palpaba una bola pequeña y se me hizo raro que tuviera una, entonces de ahí la inquietud de hacerme estudios para saber que tenía, fue a principios de junio cuando me dijeron que era un tumor maligno, se detectó en la sangre porque ni en monografías se detectaba, y se determinó que hicieramos lo necesario para tratarlo", revela Sixtos, quien a pesar de mostrar los estragos de la quimioterapia, demuestra que en su interior, este mal no ha podido doblegarlo.

El 9 de junio fue operado para extirparle la protuberancia, con lo cual esperaba que pudiera sanar rápidamente, sin embargo, el médico le advirtió que cada mes tendría que checarse pues cuatro de cinco pacientes recaían en un lapso de un mes.

Al inicio, cuando supo del diagnóstico, llegó a desesperarse y a pensar que no habría mayor solución a su problema, por lo que estuvo tentado a tirarse a su suerte y morir en la cancha.

"Lo que menos pensaba era dejar de jugar, en el momento que me dijeron, yo hablé con mi esposa y le dije, 'me voy a tirar a mi suerte, hasta que mi cuerpo aguante o crezca y si tengo que quedar en la cancha, ahí voy a quedar, pero dejar de jugar nunca lo voy a hacer'.

"Pero gracias a su apoyo, me hizo entender, que no era así, que era más importante la familia, mis hijos y fue como decidí afrontarlo", detalla.

Retornó al trabajo con Puebla pues a pesar de que no había realizado la pretemporada, en pocas semanas se puso al parejo del grupo. Religiosamente se aplicaba una prueba de sangre mensualmente para saber si todo marchaba bien.

"En Puebla Mario Carrillo (su entrenador) sabía todo, me checaba cada mes. Mis compañeros me apoyaron, incluso me siguen hablando. Tuve que ser fuerte para no caer delante de mis esposa y mis padres, pero en otras ocasiones lloré a solas", revela.

Sin embargo en noviembre, el médico volvió a sacudirlo emocionalmente al indicarle que nuevamente estaba creciendo un cuerpo extraño en su cuerpo y que había que realizar otras...

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