José Woldenberg / 10 de junio, 40 años

AutorJosé Woldenberg

Han pasado 40 años. Se escribe rápido. En aquel entonces un grupo de compañeros que estudiábamos en el tercer semestre de la carrera de sociología en la UNAM decidimos ir a la marcha. Deliberamos, porque había diferentes posiciones entre quienes eran los dirigentes estudiantiles: quienes decían que la marcha ya no tenía sentido puesto que se había solucionado el conflicto en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y quienes insistían en que salir a las calles resultaba necesario porque el arreglo les parecía insuficiente y la agenda era más amplia.

En Nuevo León el conflicto se inició cuando el Congreso del estado aprobó una Ley Orgánica para la UANL cuya máxima autoridad sería una Asamblea Popular de Gobierno integrada por representantes de organizaciones obreras, campesinas, del Patronato Universitario, de la prensa, la radio y la televisión, alumnos, maestros, representantes de la industria, del comercio, del Congreso local y de los "profesionales organizados". Suena y sonaba como el experimento de un aprendiz de brujo o peor aún de un pirómano. Por si fuera poco a dicha Asamblea no se le ocurrió nada mejor que designar como nuevo rector a un médico militar, por lo que en la Universidad se expandió una huelga en demanda del respeto a la autonomía y la facultad de los universitarios para nombrar a sus propias autoridades. Las semanas pasaban, se produjeron algunos enfrentamientos, varias escuelas y facultades fueron "rescatadas" por la policía. Y finalmente, el secretario de Educación, fungiendo como "conciliador", logró que el Congreso del estado expidiera una nueva Ley Orgánica, tras lo cual renunció no sólo el rector sino también el gobernador del estado.

Discutimos entre nosotros y, a pesar de que en Nuevo León la huelga había llegado a su fin, decidimos que no podíamos faltar a la marcha. Y hacia allá nos dirigimos. Llegamos al Casco de Santo Tomás, Iris Santacruz (secretaria general de la UAM), María Novaro (cineasta), Gonzalo Infante (documentalista), Mario Huacuja (funcionario de la Fepade), Luis Giménez-Cacho (en el IFE), y yo (si alguien se me olvidó, disculpas). (Los oficios entre paréntesis, por si algún despistado lee esto, no son los de entonces sino los de ahora). Nos formamos en el segundo destacamento, con nuestros compañeros de la Facultad de Ciencias Políticas, sólo atrás de la Escuela de Economía que abría la marcha y nos dispusimos a emprender el recorrido que debía llegar al Monumento a la Revolución. Las consignas lo...

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