José Woldenberg / Aquel 1986

AutorJosé Woldenberg

Un poco de nostalgia apolillada. Se van a cumplir 30 años de la reforma político-electoral de 1986. La reforma inaugural (1977) había dado lo que podía dar, que no fue poco: la incorporación al escenario electoral de fuerzas políticas a las que se mantenía artificialmente marginadas del mundo institucional y la recreación de un cierto pluralismo en la Cámara de Diputados. Además, avances electorales regionales, que paulatinamente robustecían la presencia de los partidos opositores. Pero, por supuesto, eso no bastaba. Faltaban demasiados eslabones para contar con un entramado democrático: autoridades imparciales, pluralidad en el Senado, condiciones de la competencia equitativas, gobierno propio para el DF y muchas más.

Fue una nueva reforma en donde el gobierno y el PRI tenían la sartén por el mango (el 100 por ciento de los senadores y el 73% de los diputados). Pero la conflictividad electoral era creciente y el reclamo de respeto al voto prosperaba. Al final, en materia de garantías para una elección limpia se dieron consistentes pasos hacia atrás, aunque en relación a la representación hubo algunos avances. Veamos.

  1. La peor composición de la historia de la Comisión Federal Electoral. Presidida por el secretario de Gobernación, también la integraban un senador, un diputado y representantes de los partidos de manera proporcional al número de votos obtenidos en la última elección federal. Para las elecciones de 1988 el PRI tuvo 16 votos por 12 de todos los otros partidos, de tal suerte que, en la muy improbable situación de que los tres representantes estatales votaran con la oposición, aun así el tricolor tendría 16 contra 15 votos. La iniciativa del presidente De la Madrid había sido más presentable aunque igualmente tendenciosa. El Presidente proponía que en la CFE solo tuvieran voto el secretario de Gobernación, un senador, un diputado y los representantes de los tres partidos más votados. Pero ante la "rebelión" de los partidos más pequeños se aplicó el criterio de representación proporcional al órgano encargado de preparar las elecciones, convirtiéndolo en una institución en la cual uno de los jugadores era al mismo tiempo el árbitro.

  2. Se decidió que la Cámara de Diputados tuviera 500 integrantes: 300 de mayoría simple y 200 de representación proporcional. Y para el reparto de los 200 plurinominales se estableció que ningún partido podría tener más del 70 por ciento del total de los diputados, que el reparto...

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