José Woldenberg / El lenguaje del mito

AutorJosé Woldenberg

¿Está Hugo Chávez en vías de convertirse en un mito cultivado? El fervor en las calles, el anuncio de su embalsamamiento (al parecer cancelado), los discursos de su sucesor, su traslado al Museo Militar, la multiplicación de comentarios críticos y apologéticos no sólo en Venezuela sino en todo el mundo, parecen el preludio de un proceso de conversión de un político popular y autoritario en un ícono de las "aspiraciones de un pueblo", en una figura más allá del tiempo y del espacio, una ausencia presente que modelará buena parte de las energías y las pasiones políticas de su país. El hombre está en vías de dejar de ser hombre para convertirse en bronce, nostalgia, leyenda.

Chávez hizo que la renta petrolera, que durante décadas benefició a la cúpula de la sociedad, derramara sus beneficios a la base de la pirámide social. Puso en acto un resorte justiciero. Abatió los índices de pobreza, mejoró el acceso a la salud, multiplicó a la población que sabe leer y escribir. Logros para nada deleznables en una región del mundo en la que la insensibilidad hacia la desigualdad social es ancestral. No diversificó la planta productiva de Venezuela y subrayó su dependencia del hidrocarburo, pero se ganó la adhesión de franjas enormes de la sociedad venezolana con su política redistributiva y su retórica a favor del pueblo.

Se benefició, en un principio, del enorme descrédito de un sistema bipartidista (AD y COPEI) autorreferente, escindido de los sentimientos mayoritarios, e incluso del perdón a su intento de golpe de Estado; y luego, en los años iniciales de su gobierno, de una oposición hegemonizada por golpistas y después por abstencionistas, que llegaron al extremo de hacerle el "vacío" solo para ayudarle a que alcanzara la totalidad de los asientos en la asamblea legislativa.

Ha tenido además un enorme impacto en esa constelación diversa y abigarrada a la que por economía de lenguaje llamamos izquierda. Su resorte justiciero, su lenguaje exaltado y antiimperialista, su división del mundo entre revolucionarios y reaccionarios, tiene enormes reverberaciones en el Continente. Y las legiones de sus seguidores se multiplican no solo en Venezuela sino en toda América Latina. Expresan -hasta donde yo alcanzo a ver- una vieja concepción de las izquierdas por estos lares: la subordinación de prácticamente todos los valores a uno solo, la justicia social. Si ésta se despliega o se dice que se despliega (más allá de su sustentabilidad), todo parece estar...

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