Joseph E. Stiglitz/ No permitamos a Estados Unidos quebrar la reforma de la bancarrota internacional

AutorJoseph E. Stiglitz

Los grandes paquetes de salvamento permitieron a los países mantener tasas de cambio sobrevaluadas durante un corto periodo, lo que a su vez le permitió a los ricos de esos países sacar su dinero con términos más favorables de lo que lo habrían hecho de otra manera. Esos paquetes también permitieron que los bancos occidentales involucrados en prestaciones imprudentes obtuvieran compensación. Entre tanto, conforme las tasas de cambio sobrevaluadas hundían más la economía -incluso si se mantenían sólo por un corto periodo-, el país se quedaba con la carga de pagar miles de millones de dólares de los préstamos del FMI.

En ningún momento fue más evidente el problema que cuando se brindó el paquete de salvamento a Rusia en 1998, cuando sólo después del "error" -después de la devaluación del rublo- volvió el crecimiento. Los miles de millones prestados a Rusia terminaron rápidamente en las cuentas bancarias de los oligarcas rusos en Suiza y Chipre. Todo esto fue claro en el tiempo en el que se prestó el dinero, julio de 1998, pero ahora es el pueblo de Rusia el que debe pagar por los errores del FMI.

Argentina proporcionó el coup de grace a la estrategia de grandes salvamentos del FMI. Yo, y otros, argumentamos por años que se favorecieran los acuerdos de salvaguarda, las restructuraciones y la bancarrota. Finalmente, el FMI ha aceptado. Pero debería haber estado claro desde el inicio que el FMI, como acreedor de gran escala, no podía ser el juez de insolvencia en sí mismo. Los conflictos de intereses eran evidentes.

El FMI ya escuchó. Lo importante no es si uno está de acuerdo con las recientes propuestas de Anne Krueger, directora administrativa asistente del FMI, o no: el hecho es que el FMI ahora reconoce el conflicto potencial de intereses y ha propuesto procedimientos alternos que podrían solucionar el problema.

Por desgracia, el Tesoro de Estados Unidos enfrió inmediatamente las propuestas. John Taylor, subsecretario del tesoro para asuntos internacionales y ex colega mío de la Universidad de Stanford (como lo fue Anne Krueger), sugirió que la situación debería dejarse en manos del mercado. Todo lo que hace falta, él sugiere, son cláusulas de "acción colectiva" que permitan que la mayoría (o supermayoría) de un grupo de tenedores de bonos imponga su voluntad a la minoría, para así evitar a los carroñeros, quienes en el pasado compraron pequeñas porciones de una emisión de bonos y utilizaron su posición para obtener grandes concesiones para...

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