Joseph Stiglitz / La falsa promesa de estabilidad

AutorJoseph Stiglitz

Francia se ha unido ahora a Portugal y a Alemania en ignorar el Pacto de Estabilidad, un acuerdo entre los miembros de la Eurozona para mantener sus déficits por debajo de un umbral crítico (3 por ciento del PGB hoy, pero se supone que menos en el futuro). El Primer Ministro francés, Pierre Raffarin, defendió la posición de su Gobierno diciendo que Francia no está preparada para imponer austeridad sobre su propio pueblo.

El señor Raffarin estaba en lo correcto al decir que el resultado de la obediencia de Francia a las estructuras del Pacto sería una mayor austeridad, pero en los debates sobre política económica la verdad es algo que pocas veces se aprecia. Decir la verdad es algo que mejor se deja para los académicos, cuyas querellas y riñas hacen difícil saber quién tiene la razón. Hace unos cuantos años, Alan Blinder, entonces Vicepresidente del Directorio de la Reserva Federal de Estados Unidos, fue vituperado por decir lo obvio: que la política monetaria debía ponerse como objetivo no sólo la inflación, sino también el desempleo y que, al menos en el corto plazo, puede haber un equilibrio inestable entre ambos.

Hay una larga lista de sermones de los banqueros centrales que se supone no se deben cuestionar; hacerlo equivale a exiliarse del pequeño círculo de quienes supuestamente saben cómo el mundo funciona "en realidad". Aquí hay tres:

Un Banco Central independiente es necesario para una buena política macroeconómica. La verdad: los países que no tienen un Banco Central independiente, como India, se las arreglan para contener la inflación de manera tan efectiva como los que sí lo tienen. En Rusia, por años fue imposible sacar del cargo al presidente del Banco Central independiente, Viktor Gerashencko, a pesar de que toleraba tanto la inflación como actos de corrupción. En términos más generales, hay poca evidencia de que los países con bancos centrales independientes crezcan más rápido, tengan salarios más altos o generen mayores ingresos (de hecho, que tengan mejores resultados en cualquier sentido real) que aquellos que no los tienen.

Una vez que comienza la inflación, aumenta a un ritmo cada vez mayor y los costos de revertirla son altos. La verdad: no hay evidencia de un precipicio inflacionario, o de que los costos de revertir la inflación (en términos, por ejemplo, de que se eleven los niveles de desempleo) sean mucho mayores que los beneficios de la inflación (en términos, por ejemplo, de permitir que el desempleo caiga a...

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