Joseph E. Stiglitz / Tiempo de espera para el euro

AutorJoseph E. Stiglitz

Nadie dudó nunca de que el euro ganaría aceptación como moneda (en la jerga de los economistas, que el euro se convertiría en un importante "medio de intercambio", o incluso un buen "depósito de valor"). Pero las monedas no son fines en sí mismas; son medios para un crecimiento más potente y estable.

El desempeño económico es lo que debería servir de parámetro para juzgar si el euro es "bueno" o "malo" (y sus instituciones asociadas, entre las que se cuentan un Banco Central Independiente (BCE) que se centra en la inflación). Es decir, si conduce a un crecimiento más rápido y constante. Si se juzga en base a esos parámetros, lo mejor que se puede decir es que el jurado se abstiene, y lo peor que puede decirse es que el euro ha reprobado su primer examen.

Desde la introducción del euro hace cuatro años, el crecimiento en la Eurozona ha sido desilusionante, y las perspectivas inmediatas no son mucho mejores. No obstante, se suponía que el euro aumentaría el crecimiento al bajar las tasas de interés y estimular la inversión. Si bien puede haberlo hecho en unos pocos países, no ha sido así en Europa en su conjunto.

De modo que el Reino Unido y Suecia tienen razón al preguntarse si les permitirá lograr un mejor crecimiento. De hecho, todas las razones apuntan a lo contrario: que el euro producirá un crecimiento más lento y un mayor desempleo.

Por supuesto, no se puede culpar sólo al euro por la lentitud del crecimiento europeo. La débil economía global, incluyendo al moribundo desempeño de EU, es parte del problema. Pero las economías siempre sufren "shocks". Un buen sistema monetario las protege contra ellos.

Antes de que se introdujera el euro, a los euroescépticos les preocupaba que, al centrarse aquél en el núcleo de Europa (Francia y Alemania), la periferia se vería perjudicada. Por ejemplo, si el crecimiento económico en el centro fuera potente, pero los países más pequeños mostraran debilidades, la política monetaria se determinaría según las necesidades del centro. Los países más pequeños no reciben la estimulación monetaria que necesitarían.

Pocos predijeron lo que terminó ocurriendo: la rigidez institucional impidió que el BCE respondiera de manera oportuna a las debilidades de la economía europea más importante, Alemania. Combinado con el Pacto de Estabilidad (otro caso de rigidez institucional que impide el uso eficaz de una política fiscal), Europa ha ido cayendo innecesariamente en una desactivación importante, si es que no es una...

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