Juan Ciudadano / El arte de vender una playa

AutorJuan Ciudadano

El argumento del Alcalde de Acapulco -común entre quienes creen que atraer turismo se logra ocultando defectos y exagerando virtudes- es similar al del vendedor que en medio del desierto convenció a un viajero de comprar un camello de innumerables virtudes: "Consume poca agua, resiste días de viaje sin alimento ni descanso, nunca se queja y por las mañanas trae el periódico a su dueño".

Semanas después de efectuada la transacción se da el improbable reencuentro en el desierto. El comprador se queja de no poder sacarle al camello las cualidades prometidas y, en cambio, padecer su incorregible holgazanería.

"Y si te sigues quejando menos lo vas a vender", le advirtió el estafador.

Vender un camello en medio del desierto es una transacción atípica en el mundo de los negocios. Las empresas, gobiernos o personas que buscan vender algo participan en juegos de repeticiones múltiples en los que lo vendido o lo comprado está a la vista de muchos.

Las marcas sólidas lo son por tener la capacidad de sostener la calidad en el tiempo.

Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta, Huatulco e Ixtapa son probablemente las "marcas" más rentables de México.

Ver a estos generosos regalos de la naturaleza como "marcas" sirve para caer en cuenta de que sobre ellas se puede crear -pero también destruir- confianza.

Cuando Alberto López Rosas, Alcalde de Acapulco, se queja de los señalamientos de Ramiro Gómez Pardillo, presidente de un grupo ecologista en la entidad, lo hace como quien aspira a vender un camello (uno solo) en el desierto.

"Hay quienes toman la ecología para seguirnos dañando... como el que se causa a Acapulco en su economía (con señalamientos infundados sobre descargas de aguas negras al mar)", sostuvo el Alcalde.

Para él, los señalamientos del ecologista incómodo Gómez Pardillo son motivo de una demanda civil por daño moral.

"Están atentando en contra de las fuentes de trabajo, en contra de la inversión", argumentó. "No es justo que un sujeto irresponsable, con propósitos protagonistas, nos vuelva a señalar".

Pero el problema no es de Acapulco. Es de las playas mexicanas en su conjunto y lo provoca en parte la laxitud con la que funciona actualmente el Sistema Nacional de Información sobre la Calidad del Agua en Playas Mexicanas.

Paradójicamente, es la "libertad" de la que gozan las autoridades locales para publicar o no los resultados de los reportes sobre la calidad del agua lo que significa una carga.

Ante la publicación de Grupo Reforma sobre la falta...

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