Juan Ciudadano / Domesticar OSOs

AutorJuan Ciudadano

Mientras discutimos cómo meter a los organismos más rebeldes a la senda de la transparencia; partidos, sindicatos, Estados que siguen atorados en los años 50; fideicomisos públicos, casi se nos olvida que, entre los grandes pendientes, también tenemos los mexicanos a esas criaturas peculiares que son los OSOs.

Los "Otros Sujetos Obligados" (OSOs) son órganos del poder público federal sometidos a la Ley de Transparencia, pero que, gracias a una autonomía convenientemente interpretada -y ante la falta de creatividad del Poder Legislativo- quedaron en un régimen de excepción. Ellos hicieron su reglamento, ellos se vigilan y ellos se castigan.

La lógica, tal vez inconsciente, del Legislador en aquel lejano 2002 era que, frente a la urgencia de vigilar a las dependencias directas del Presidente, no había que gastar energías en ocuparnos de esos animalitos huraños, perezosos, peludos y de mirada triste.

Frente a una Secretaría de Hacienda que nos escondía -y nos esconde- cientos de miles de millones de pesos en bolsas presupuestales de nombres indescifrables, o frente a la Procuraduría acostumbrada a aprovechar la opacidad para encontrar, o inventar, "maleantes" a como dé lugar, ¿qué daño podían hacer los OSOs?

Más inofensivos parecían tomando en cuenta que, entre los 15 que conforman el grupo, cinco son tribunales cuya misión es precisamente tutelar garantías y otro de ellos es la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que se esperaría que fuera la primera aliada del "derecho" a la información pública.

Pero resultó que estos OSOs también dan sus manotazos y hacen sus cosas cuando nadie los ve.

Cuenta Miguel Sarre, en el libro "Derecho a Saber: Balance y Perspectivas Cívicas", que en 2006 un peticionario solicitó a la CNDH una copia simple de seis expedientes de queja.

El reglamento interno de este organismo establece la obligación de expedir estas copias, pero como el material tenía que ser "fotocopiado, analizado, compulsado y testado, toda vez que tiene la obligación de resguardar los datos personales", el costo de obtener la información solicitada sería de ¡579 mil 297 pesos!

Por cada página, la CNDH quería cobrar 93 pesos.

Y qué decir de ese otro OSO que es el Trife, en el que algunos ex magistrados y nuevos magistrados han resultado maestros en aprovechar a tope los amplios márgenes de opacidad de los que todavía goza el organismo: jugosos negocios inmobiliarios, pensiones millonarias, posadas navideñas de magnates y prestaciones ofensivas.

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