Juan Enríquez Cabot / Vino fino...

AutorJuan Enríquez Cabot

A fines de los 1960, simpático inglés, Steve Spurrier, decidió dedicarse de lleno a su pasión, el vino. En París, buscó y buscó quién le diera clases. No existían. Finalmente encontró huraño francés quien le permitió empezar a trabajar en su tienda de vinos, siempre y cuando no hablara mucho...

Steve aprendió y aprendió. Eventualmente su maestro murió. Y Steve le preguntó a su viuda si pudiera comprarle el pequeño negocio. La respuesta inmediata. Non. ¿Por qué? Porque sólo los franceses pueden vender vino francés...

Steve no se dio por vencido, siguió trabajando y demostrándole a la viuda que sabía lo que hacía. Tardó, pero finalmente pudo quedarse con el pequeño negocio. Acto seguido decidió dar unas cuantas clases de cata. Pero, para su gran sorpresa, lo abrumaron alumnos. Y no sólo llegaron turistas. También llegaron muchos franceses.

Resulta que no se nace sabiendo de vinos, pero nadie lo admitía. Al tener oportunidad para probar, aprender, preguntar, muchos se apuntaron, especialmente como era un inglés el que daba clases, no había necesidad de postrarse ante un compatriota...

El negocio de Steve creció y creció. Steve sabía claramente que el mejor vino del mundo, quizás el único serio, era el francés (y quizás un poquito de italiano). Pero siendo gente curiosa Steve empezó a probar vinos de otros países. Y los de California le parecieron buenos...

Por curiosidad y diversión, Steve organizó una cata ciega, con lo mejor de lo mejor de la nariz y paladar francés. Lo mejor de Francia contra California. Todos sabían quién iba a ganar. Inclusive Steve.

Pero horror de horrores, ganó consistentemente California. Por fortuna sólo cubrió el evento un solo reportero, el de Time. Eventualmente los resultados se publicaron ampliamente fuera de Francia. Mientras tanto, en Francia, el primer artículo, el de Le Figaro, tardó tres meses. Le Monde siguió la pista a los seis meses. Y el tono francés era que la cata fue un chiste, una burla. Nadie, dentro del sistema, se daba color...

Pero resulta que no fue ni chiste ni burla. En cata tras cata, a lo largo del mundo, vinos de distintos países igualaban o mejoraban lo que se producía en Francia. Y los vinos de la cata 1976 se volvieron a probar en 1978, 1986 y 2006 y cada vez ganó California.

Para Francia fue un desastre. Empezó a enfrentar competencia brutal de docenas de países convencidos que podían, también, producir lo mejor del mundo. Para el consumidor fue una maravilla. Hay hoy más y mejor vino...

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