Juan E. Pardinas / ¿El fin de los virreyes?

AutorJuan E. Pardinas

La reforma hacendaria presentada por el Ejecutivo federal puede resultar incompleta, pero no representa un cambio menor. El paquete legislativo representa una cirugía mayor a las finanzas públicas: la reescritura de dos artículos constitucionales (4 y 123), la creación de cuatro nuevas leyes, la abrogación de dos más y la modificación de 15 ordenamientos legales. Por el tamaño de la porción y los ingredientes de la receta, el platillo de la reforma hacendaria ha generado severas indigestiones en diversos sectores de la economía. Sin embargo, la propuesta incorpora cambios que pueden resultar muy positivos para la eficiencia del gasto público.

La iniciativa representa un reconocimiento del fracaso contundente de la descentralización presupuestal de fines del siglo pasado. En teoría, la transferencia de responsabilidades de gasto a los gobiernos estatales era una forma de fortalecer el federalismo. En la práctica, la descentralización del gasto se convirtió en el pilar financiero del feuderalismo, ese sistema político donde ser gobernador estatal implicaba ejercer las facultades de un virrey. La visión del federalismo fiscal como un medio para impulsar gobiernos eficientes y responsables chocó contra el muro de la realidad mexicana. No es lo mismo defender la teoría federalista con Hamilton, Madison y Jay, que la praxis mexicana con Humberto Moreira, Andrés Granier y Juan Sabines.

Una de las preguntas más incómodas de la vida pública de México era: ¿cuántos maestros trabajan en las escuelas públicas del país? La interrogante recibió respuestas titubeantes y tartamudas de sucesivos secretarios de Educación. La imposibilidad de dar una respuesta precisa no era culpa de los funcionarios federales sino de los virreinatos estatales. Gracias a la descentralización educativa, los gobernadores eran los principales responsables de saber cuántos maestros hay en México. En el estudio La caja negra del gasto público (2010), el IMCO encontró que los gobiernos estatales tenían cuatro categorías distintas para clasificar, en su presupuesto, las nóminas de los maestros: unas entidades la incluían en el capítulo de servicios personales, para otros el...

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