Juan E. Pardinas / La nutrición del populismo

AutorJuan E. Pardinas

Los diputados que votaron contra la reforma fiscal temen reconocer que el dinero público no crece entre los árboles. Los legisladores del PRD y el PRI que bloquearon la iniciativa tributaria anhelan un país con muchos ciudadanos y pocos contribuyentes. Ambos partidos quieren ofrecer a sus votantes un mundo imposible, donde se garanticen los servicios públicos de un estado de bienestar, pero se cobren impuestos como en el viejo oeste.

Cada diciembre, cuando los diputados se reúnen a discutir el presupuesto, se decide el destino de sumas enormes de dinero que pueden cambiar la vida de muchos mexicanos. Ochenta y siete centavos de cada peso que gasta el gobierno ya están comprometidos para pagar nóminas, pensiones y deudas, los 13 centavos restantes son motivo de disputas y arrebatos. Elaborar un presupuesto implica establecer jerarquías de gasto. Nuestros representantes en el Congreso no logran ponerse de acuerdo para definir nuestras prioridades como país. Un peso que se invierte en salud es un peso que se le quita a cultura o al deporte. Los costos de oportunidad restringen las opciones para invertir el dinero público. Las necesidades son interminables y las capacidades financieras limitadas.

Este año la comunidad cinematográfica protestó por el proyecto de vender el Imcine y los Estudios Churubusco. A pesar del empuje reciente del cine nacional, no se producen suficientes películas para que la industria genere las ganancias que le permitan mantenerse a sí misma. Se necesita del apoyo activo del gobierno y del presupuesto federal para conservar a flote a la incipiente industria. En países como Francia, las producciones con subsidio gubernamental han promovido un saludable negocio y una cultura cinematográfica con identidad propia. El problema central es que la recaudación fiscal de estos países es cercana al 30 por ciento del PIB, mientras en México se llega con dificultad al 15 por ciento. Queremos un Estado que produzca cine como en Europa, pero cobramos impuestos como en Nicaragua.

El desajuste entre el ingreso y el gasto afecta otros ámbitos de la vida nacional. El jefe de Gobierno de la Ciudad de México impulsó un programa de ayuda económica para ancianos de bajos recursos. Si el dinero efectivamente llega a manos de septuagenarios en condiciones de pobreza, la iniciativa es una buena política pública para distribuir el ingreso. En el corto plazo, el apoyo a los adultos mayores tiene dos tipos de riesgo: el desperdicio y la...

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