Juan E. Pardinas / Un perro verde y uno rosa

AutorJuan E. Pardinas

México vivió buena parte del siglo XX bajo un sistema autoritario excéntrico. Después de un proceso de transición irrepetible fundamos una democracia rara y singular. La anormalidad ha sido el cimiento de nuestros sistemas políticos. Tuvimos la dictadura perfecta: vestida con un ropaje democrático, legitimada por una oposición testimonial y avalada por elecciones periódicas. Nuestra Constitución cumplía con las formas de un régimen de libertades, pero en la práctica las cosas eran distintas. La transición democrática fue una terapia de psicoanálisis para resolver la esquizofrenia entre un marco constitucional democrático y un ejercicio autoritario del poder.

El proceso de cambio político también fue sui géneris. El antiguo régimen no se desplomó en añicos como ocurrió en Europa del Este o Sudáfrica. Tampoco tuvimos que redactar una nueva Constitución para enterrar el pasado como en Brasil o España. No hubo una transferencia de mando entre militares y civiles tal como sucedió en varios países de América Latina. En México, los que perdieron el mando no desaparecieron de la escena pública. Quienes ganaron la Presidencia no obtuvieron el cetro del poder.

Luego de una transición excepcional, llegó nuestra democracia, con más prohibiciones que un reglamento de tránsito. Los automóviles no pueden avanzar con semáforo en rojo, no pueden dar vuelta en U, ni estacionarse en doble fila. Los ciudadanos no tienen derecho a ser votados, tampoco pueden castigar en las urnas a los funcionarios que hayan hecho mal su trabajo, ni presentar iniciativas de ley ante el Congreso.

Nuestra democracia es un animal tan exótico como un perro verde. Nuestro sistema autoritario era una bestia quimérica. Nuestra democracia es un can de colores improbables. Volteamos la mirada al sur del continente y vemos que en Chile, Marco Enríquez-Ominami, un candidato independiente, ganó el 20 por ciento de los votos en las pasadas elecciones presidenciales. ¿Se desplomó el régimen de partidos chileno? ¿Se colapsó la democracia más próspera del continente? No pasó absolutamente nada...

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