Juan Villoro / Enemigo íntimo

AutorJuan Villoro

En ocasiones es más difícil darle la vuelta a una frase que dar la vuelta triunfal en un estadio. En 2010 el Inter de Milán comandado por José Mourinho enfrentó al Barcelona de Pep Guardiola en la semifinal de la Champions. Experto en tensar el ambiente, el entrenador portugués dijo: "Para ellos ganar es una obsesión; para nosotros es un sueño".

El Barcelona venía de obtener seis títulos en otras tantas competencias. Su ilusión de llegar a la meta no podía ser tan grande porque ya estaba ahí. ¿Cómo se renuevan las expectativas cuando se conquista todo? Mourinho entendió bien la dimensión psicológica del juego: los que no habían conquistado nada tenían más argumentos para desear el triunfo.

El futbol es una extraña manera de aspirar a lo imposible. En 2002 el Mundial comenzó con un partido entre el campeón en turno, Francia, y un desafiante incierto, Senegal. ¿Cuál era el estímulo de los africanos? Que su triunfo parecía inalcanzable. Por eso lo obtuvieron.

Mourinho basó su estrategia con el Inter en la capacidad de soñar. Sus jugadores dejaron la piel en el campo, superaron al Barcelona y conquistaron la Champions ante el Bayern. Sin la motivación del furibundo Mou, el equipo italiano no volvió a ser el mismo.

Desde su llegada a la Casa Blanca del futbol, el portugués logró dos resultados sorprendentes: mejorar al Real Madrid y al Barcelona.

Es más difícil digerir trofeos que digerir turrones. El club blaugrana corría el riesgo de empacharse de éxitos. Mou le sirvió de espléndido bicarbonato. Sus bravatas han sido tan variadas como medicinales: se quejó de la calidad del césped, acusó al Sporting de alinear reservas ante el Barça, descubrió que el corazón de algunos árbitros latía con pulso catalán y encontró que el calendario de partidos perjudicaba a los merengues. En su novela Vértigo, Sebald habla del "delirio de relación", malestar que consiste hallar extrañas conexiones entre todas las cosas. Ignoramos la vida privada del ciudadano Mourinho. En público, su estado mental manifiesta un convincente "delirio de relación". Tal vez se trate de una estrategia para que los periodistas debutemos como psiquiatras y dejemos en paz a los jugadores. Lo cierto es que esa conducta ha tenido paradójicos efectos secundarios. El Sporting se sintió tan agraviado que se convirtió en el primer equipo en nueve años en derrotar como local a una escuadra de Mourinho. Por su parte, el Barcelona dio su mejor partido en décadas y derrotó al Madrid con un 5-0 de...

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