Juan Villoro / Guerra y computadoras

AutorJuan Villoro

"Si tuviéramos parque, no estarían ustedes aquí", la frase con que el general Anaya combinó la impotencia con el heroísmo (o con la presunción de lo que habría mostrado en otras circunstancias) hoy tiene que ver menos con las armas que con el control de las computadoras. Vencer al enemigo significa conquistar su disco duro.

El pasado 1o. de marzo, Raúl Reyes, segundo líder en importancia de las FARC, cayó en combate en Colombia, dejando a disposición del Ejército tres laptops, tres dispositivos USB y dos CD cargados de información. En total se encontraron 37 mil archivos, lo cual habla de la importancia que el comando narcoterrorista concede a la memoria digital. Supuestamente hay ahí un documento en el que se menciona una donación de las FARC por 100 mil dólares a Rafael Correa cuando era candidato a la Presidencia de Ecuador y otro en el que Hugo Chávez promete enviar 300 mil dólares.

Las máquinas fueron revisadas por los "forenses" de Interpol. Se les da el trato de cadáveres porque la inteligencia artificial ya forma parte de nuestra vida. La palabra "necropsia" se usa para estudiar el cadáver de otra especie. La autopsia de un gato sólo puede ser practicada por un gato. En el caso de las computadoras, parece absurdo hablar de necropsia, pues se trata de una extensión del cuerpo humano, que almacena las representaciones de la mente. Ante las laptops de las FARC, los expertos practicaron una autopsia.

Según Interpol, el software no fue alterado por el Ejército colombiano. Sin embargo, ¿qué garantiza que los forenses no hayan reconfigurado las máquinas? Chávez se defendió diciendo que sus enemigos creaban acusaciones "a la carta" en los acervos de las FARC.

Si algo deja claro este episodio es que la computación define las logísticas contemporáneas. Al mismo tiempo, plantea interrogantes sobre qué tan certera es una prueba virtual. La investigación policiaca ha estado unida a la noción de original, a encontrar una huella única e incontrovertible. En tiempos de Edgar Allan Poe, este trabajo podía depender de la deducción individual. El detective articulaba las pistas dispersas dejadas por el sospechoso.

Desde hace años, la investigación judicial se hace con computadoras. Hasta ahora su función básica había sido almacenar y relacionar datos en busca de una singularidad. En la desordenada marea de lo real, debe surgir el sospechoso inconfundible. El ADN, las huellas digitales y las actividades bancarias pueden llevar a un nombre, una...

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