Juan Villoro / La guerra de las imágenes

AutorJuan Villoro

"Vivir es ser fotografiado", escribió Susan Sontag. Del aborigen que enfrenta a un reportero al ciudadano que tramita una credencial, resulta difícil pensar en un rostro que no haya sido retratado.

Nada más normal, en consecuencia, que disponer de fotos de casi todo. En uno de sus últimos libros, Ante el dolor de los demás, Sontag se refirió a la banalización del mal provocada por la abundancia de imágenes de guerra donde las víctimas han perdido el derecho a taparse o a posar. La invasión póstuma de la privacidad produce un efecto extraño. Por horrible que sea lo que contempla, el espectador se sabe protegido: es sólo una fotografía. "En la medida en que simpatizamos [con las víctimas] -comenta Sontag-, sentimos que no somos cómplices de lo que causó el sufrimiento. Nuestra simpatía proclama nuestra inocencia tanto como nuestra impotencia". A fuerza de ver cadáveres, aceptamos la guerra como una molestia rutinaria acaso inevitable, semejante a los anuncios que estropean las ciudades. El horror sigue una aritmética peculiar: al acumularse se rebaja. La reiteración anestesia la conciencia.

En vísperas de la segunda guerra de Iraq, Sontag analizó la ecología de la imagen del gobierno estadounidense, que extinguía sus bajas y difundía las del enemigo. Pero siempre aparecen tomas imprevistas. Los verdugos rara vez son sorprendidos por una cámara indiscreta: ellos mismos filman lo que hacen. ¿Tratan de neutralizar su sadismo al otorgarle la condición "irreal" de una película o lo exaltan con narcisismo como algo que debe ser preservado?

Estas preguntas conducen al dramático momento mexicano. La lucha contra el narcotráfico ha adquirido un sesgo mediático en el que vale la pena reflexionar. Desde que se aprobó la extradición de narcotraficantes, cerca de 700 personas han sido asesinadas. La masacre, de por sí atroz, ha sido acompañada de una progresiva truculencia. Los criminales graban sus actos en video y los entregan a los medios después de someterlos a una cuidada posproducción. En YouTube es posible ver episodios inauditos, como la autopsia del cantante de narcocorridos Valentín Elizalde. Por otra parte, la información televisiva se estructura en torno a la violencia del crimen organizado. En ese contexto, la captura de un capo, la quema de un sembradío o el hallazgo de un cargamento de cocaína es siempre menos espectacular que las atrocidades de los criminales que no sólo escapan, sino que se dan el lujo de abandonar sus armas.

Las...

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