Juana Inés Dehesa / Usted no sabe quién soy yo...

AutorJuana Inés Dehesa

Es en serio. Nadie sabe quién soy yo. Lo cual me permite ir por la vida escuchando las conversaciones ajenas y presenciando diferentes formas de la tan mexicana costumbre, inextricablemente unida a nuestra identidad desde épocas coloniales, de colocarse en otro plano moral y ciudadano, puesto que uno tiene influencias y amigos y parientes en puestos importantes. El otro día, por ejemplo, escuché en un café una conversación telefónica en la cual -a gritos- un señor le explicaba a otro que sí le convenía invertir en su negocio, porque ya habían logrado interesar también a la hermana de un secretario de Estado (yo elijo callarme el nombre, cosa que el señor, desde luego, no hizo); en ningún momento mencionó algún otro argumento -algo sobre la viabilidad del negocio en cuestión, si se trataba de vender cocas en el desierto, o de convertirse en el proveedor de lentejuelas de Juanga, algo así, destinado al éxito-, sino que más bien asumió que el hecho de contar con tremendo espaldarazo bastaba y sobraba para convencer a su interlocutor.

Y así, todos podemos aportar millones de casos: la ex esposa del -ejem- importante funcionario capitalino que tuvo a bien mandar clausurar mi estética de confianza a raíz de que -desoyendo las sugerencias del personal- insistió en unas extensiones de pelo que la hacían parecer travesti de Tijuana, pero de los deprimentes (no es que a mí me guste guardar rencores, porque esto sucedió hace como siete años, pero el chistecito me hizo tener que asistir a varios acontecimientos sociales hecha una facha y, pues claro, las revistas de sociales me pasaron por alto y como consecuencia de ello, fíjese nomás, usted no sabe quién soy yo. ¿Ya vio cómo es nociva esa conducta?); el ex funcionario que, sistemáticamente, elige...

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