Juana Inés Dehesa / Reformas sin chiste

AutorJuana Inés Dehesa

Que van a ver, que ora sí, que no se despeguen de sus televisores, queridos amiguitos, porque en cualquier momento, en un pestañazo, se descuidan y ¡chirrín!, sale disparada cual corredor rarámuri la tan esperada reforma política al Distrito Federal. No quiero adelantar vísperas ni hacer que se desplomen de sus asientos por el puro sobresalto, pero nuestra clase política, sin mayor antecedente ni proemio, ora sí nos amenaza con ponerse a trabajar.

No le vayan a decir ni a Mancera ni a ninguno de nuestros egregios legisladores, porque no es cosa de que se me trepen a la cornisa o se sientan tentados a acabar con sus vidas de cualquier otra forma, pero yo, en lo tocante a ese asunto, me siento francamente decepcionada y muy desanimada por la falta de visión e imaginación de nuestra clase gobernante. Porque, a ver, díganme qué les costaba, si ya se iban a aventar la tareíta, no menor ni despreciable, de reformar tan a conciencia la situación del DF ante la federación, ponerse un poco más creativos y, no sé, plantearse el volverlo principado, por ejemplo, o una cosa así, más mona. Debieran de aprenderle a Peña Nieto, que por razones que no acaban de quedar del todo claras se inventó su gendarmería (por cierto, ¿alguien más que yo se acuerda de esa canción que decía que "para ser gendarme, se debe tener / los bigotes largos, como Lucifer, / ojos de lechuza, cuerpo de león / y musculatura de Sansón"? Llevo semanas con ella en la cabeza); si le dieran rienda suelta a sus fantasías, ahorita podríamos estar felices con la perspectiva de dormirnos un día y amanecer en...

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