Juárez, al límite del colapso

AutorElvira Maycottei

Hace poco más de 10 años Ciudad Juárez era otra cosa. A fines del siglo XX todo indicaba que la aparente bonanza mantendría su inercia más allá de los primeros años del nuevo siglo. Pero hoy, con un panorama tan poco esperanzador, surge la pregunta: ¿alguna vez hubo bonanza en esta ciudad?

Su ubicación, más que privilegiada, es estratégica: ser frontera con el país del norte ofrece facilidades para la industria maquiladora tanto en términos de cercanía física como por los privilegios fiscales que ofrece. Mas toda luz proyecta sus sombras. Dejando de lado que Ciudad Juárez convive diariamente con el tráfico de artículos y sustancias ilegales, el auge industrial la convirtió en un polo que atrajo población a nivel nacional, rol que combina con la función forzada de contener la migración nacional, centro y sudamericana con destino a Estados Unidos y recibir, además, sus deportados.

Durante décadas, cientos de miles de personas que arribaron para encontrar la versión mexicana del "sueño americano" -autos chocolates, electrodomésticos y ropa de "segunda", entre otras comodidades- fueron recibidas con trabajo, mas no con vivienda e infraestructura física y social para garantizar condiciones de vida aceptables. La ciudad, en términos reales, se colapsaba.

Para el año 2000, en pleno auge económico, contaba con un millón 187 mil 275 habitantes, 191 mil 505 más que en el año 1995. La ciudad "paría" casi 40 mil personas por año, y con ello la necesidad de dotarles de vivienda aumentaba; el Instituto de la Vivienda reconoció en ese entonces un déficit de 40 mil unidades. Sin embargo, en ese mismo año, una aguda crisis económica fue un punto de quiebre que significó una baja en la tasa de crecimiento: en 2005 su población alcanzó un millón 301 mil 452 habitantes: aumentó poco más de 20 mil personas por año.

El sueño inmobiliario

El Programa Sectorial de Vivienda (2002) encontró en Ciudad Juárez un escenario inmejorable. Buena parte de la población que estaba inserta en el mercado laboral era eminentemente obrera: el 82 por ciento de la Población Económicamente Activa percibía cuatro o menos salarios mínimos, convirtiéndose así en potencial mercado receptor de financiamientos para vivienda social, ya que hasta entonces la mayor parte de los créditos se otorgaba a quienes percibían entre cinco y 10 salarios mínimos. Este mercado se sumó al déficit histórico, a la apertura de la política de vivienda para adquirir una segunda propiedad y a la normatividad...

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