El juego Castro-Chávez

AutorEnrique Krauze

Los sobrevivientes de la guerrilla de los sesenta que tienen ahora 75 años de edad en promedio y ocupan las posiciones más diversas: son funcionarios clave del régimen -como Alí Rodríguez Araque, actualmente ministro de Finanzas-, críticos desde la izquierda más radical -Douglas Bravo- o críticos desde la democracia, como Teodoro Petkoff, Américo Martín, Pompeyo Márquez, Freddy Muñoz, Héctor Pérez Marcano. Pero todos sin excepción coinciden en algo: éstos son polvos de aquellos lodos. "El sueño imposible de los sesenta", comenta Pérez Marcano, "hecho realidad en los comienzos del siglo". El régimen de Chávez es tal vez un nuevo libreto, pero no se entiende sin el viejo libreto del que fueron protagonistas. Es el tenaz libreto de la Revolución cubana, con un nuevo protagonista en el escenario. Hugo Chávez no es un "bufón" como aseguran sus críticos superficiales. Es el continuador del proyecto de Fidel Castro para Venezuela y América Latina. Nada menos. Los chavistas lo consideran vigente; los críticos, absurdo, anacrónico. En la conclusión de sus memorias, Héctor Pérez Marcano explica en qué sentido concreto los hechos de hoy corresponden y se engarzan -a su juicio- con los de ayer: Poner pie en Venezuela y apoderarse de sus reservas energéticas podría ser el primer paso para, unido a las guerrillas colombianas, extender la revolución castrista como una mancha de petróleo por el resto del continente, su auténtica aspiración. Ese proyecto constituyó desde el triunfo mismo de la Revolución cubana, y posiblemente desde los lejanos inicios de sus napoleónicos sueños de gloria, un objetivo estratégico en el tablero internacional de Fidel Castro.

Lo cierto es que el acercamiento de Fidel Castro con Chávez fue paulatino. Fidel condenó el golpe de Chávez, pero en prisión Chávez soñaba con su héroe de juventud, con su héroe de siempre, quería explicarle las razones idealistas, elevadas y revolucionarias de su fallida insurrección. Su sueño se hizo realidad en diciembre de 1994 y rebasó todas sus expectativas. Según Pérez Marcano, Fidel lo esperó -en gloria y majestad, personalmente, al pie del avión-, dándole tratamiento de jefe de Estado. Chávez tenía entonces apenas 2 por ciento de aprobación en las encuestas y pregonaba la abstención electoral. Al recibir a Chávez de esa manera, Castro hacía patente su enojo con el presidente Caldera (que acababa de entrevistarse con su violento opositor de Miami, Jorge Mas Canosa). "Entonces", escribe Pérez Marcano, que con seguridad recordaba su propio arrobamiento de los sesenta, "comenzó el deslumbramiento, la seducción; a Fidel, viejo zorro de la política, no se le puede haber escapado el efecto que causó en Chávez".

En febrero de 1999 Castro acudió a la toma de posesión de Chávez. En noviembre de 1999 hubo un nuevo acercamiento en La Habana. Para entonces, Chávez había acumulado una serie impresionante de victorias: 92 por ciento de los electores había aprobado en febrero de 1999 la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Tras los comicios de julio, la Asamblea se integró con 95 por ciento de escaños oficialistas, triunfo que Chávez calificó como "un jonrón con las bases llenas". (Un mes después, en diciembre, 70 por ciento de los votantes aprobó la Constitución Bolivariana.) Con ese ánimo festivo, ambos líderes organizaron un juego de beisbol entre los equipos representativos de los dos países.

Curiosa forma de subrayar la convergencia paulatina de dos regímenes antiyanquis con un juego típicamente yanqui. Pero no hay misterio: si hay dos actitudes que se empalman en Centroamérica y el Caribe son el amor al beisbol y el odio a los yanquis (salvo a los de Nueva York). Y como todo venezolano sabe, antes de volverse un héroe del antiyanquismo Hugo Chávez quiso brillar como beisbolista. "Venezuela perdió un gran pitcher y ganó un mal...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR