El jueves de Corpus

AutorCarlos Tello Díaz

Era el 10 de junio de 1971, jueves de Corpus. Alrededor de 10 mil estudiantes estaban concentrados en el viejo casco de Santo Tomás, en el Politécnico. Marchaban aquel día contra los grupos de porros que asolaban las escuelas; también a favor de los estudiantes que resistían los atropellos del gobernador de Nuevo León. Demandaban, por último, la libertad de los presos políticos en México.

Pocas semanas antes, en mayo, habían sido liberados de Lecumberri varios de los más conocidos, entre ellos Heberto Castillo y José Revueltas. Mario Moya Palencia, el secretario de Gobernación, anunció después que los ex dirigentes del 68 que habían sido expulsados a Chile podían regresar cuando quisieran a México. Dicho y hecho. El 4 de junio, todos fueron recibidos en un acto en el Auditorio Che Guevara de la UNAM, encabezado por los más notorios, Gilberto Guevara Niebla, Raúl Álvarez Garín y Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca. "El movimiento estudiantil universitario había tomado fuerza con la liberación de los presos del 68", recordaría Heberto Castillo. "La liberación parcial de los presos parecía anunciar una apertura más amplia".

En el acto de la UNAM, por ello, Heberto anunció que no pensaba participar en la marcha del jueves de Corpus. Estaba demasiado fresca su liberación, decía, pero sobre todo resultaba necesario reflexionar más sobre la relación de fuerzas, hacer "un alto en el camino", como dijo él mismo en un artículo que apareció, justamente, el 10 de junio en El Universal. Hace exactamente 35 años.

Ese jueves, a las cinco de la tarde, los estudiantes comenzaron a marchar, gritando consignas contra Luis Echeverría. A los pocos minutos de comenzada la marcha estalló una granada en la Calzada México-Tacuba, a un lado de la Normal de Maestros. Después hubo gritos: "¡Halcones! ¡Halcones!". Cientos de jóvenes aparecieron en las calles, muy bien organizados, armados todos con unas varas de otate largas y fuertes, como de kendo. Golpearon y apresaron a varios estudiantes, que metieron en unos vehículos disfrazados de automóviles particulares, ante la complacencia de la policía del Distrito Federal. Hubo también disparos: unos salían de la Calzada, otros de las azoteas del Metro San Cosme y el Cine Cosmos. Entre los estudiantes estaban dos amigos que, al ser deshecha la marcha, buscaron refugio en la azotea de una vecindad, desde donde vieron lo que sucedía: "Una nueva oleada de garroteros se agrupa sobre la Calzada... Pasan frente a nosotros...

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