Julia Carabias / Recuperar parte de lo perdido

AutorJulia Carabias

Desde inicios del siglo pasado cada administración entrante plantea un programa de reforestación nuevo. Si los miles de millones de árboles que se han producido y plantado durante casi un siglo hubieran sobrevivido, tendríamos millones de hectáreas reforestadas, las cuales, por supuesto, no existen.

México no ha contado con una política de largo plazo de reforestación y las acciones emprendidas en un sexenio generalmente no tienen continuidad en el siguiente. Además, el concepto ha sido mal aplicado. Por reforestación debe entenderse las acciones humanas destinadas a la recuperación de la vegetación original de un sitio deforestado; cuando la naturaleza lo hace sin la intervención humana, se denomina regeneración. Pocos programas han sido aplicados con este criterio. Es muy común que las plantaciones de frutales o de especies maderables se justifiquen como reforestación, pero tienen fines diferentes.

Uno de los periodos más destacados en estas acciones fue el del presidente Cárdenas, cuando, gracias a su colaborador Miguel Ángel de Quevedo, se reforestaron extensas superficies degradadas en zonas estratégicas de captación de agua, se establecieron numerosos viveros en todas las entidades del país y se formaron centenas de técnicos forestales. Desafortunadamente, la mayoría de las plantas utilizadas en esa época (por ejemplo el eucalipto), no fueron de especies nativas del país, lo cual, a la larga, generó problemas de degradación de suelo en los ambientes en donde se plantaron.

Durante los siguientes sexenios el tema de la reforestación recibió poca atención. En el periodo de Adolfo López Mateos, con Enrique Beltrán como responsable, se dio un nuevo empuje a la reforestación en cuencas y presas con el fin de detener la erosión y se promovieron plantaciones forestales comerciales. Entre 1965 y 1982, los programas se enfocaron a establecer huertos frutícolas y plantaciones comerciales y de 1988 a 1994, con cuantiosos recursos económicos y nueva infraestructura e instituciones, a la siembra de millones de árboles en zonas urbanas y periurbanas, con un objetivo más social que ambiental.

Para finales de la década de los noventa se dio un giro a los enfoques de la reforestación priorizando la recuperación de áreas degradadas: se dirigió al ámbito rural, se produjeron en los viveros plantas de más de 400 especies nativas adaptadas a cada una de las regiones ambientales del país, se puso mayor énfasis en la sobrevivencia de las plántulas mediante...

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