En el laberinto del encierro

¿Cómo viven el confinamiento los creadores, científicos y políticos? Desde casa, ellos nos escriben de su día a día, sus reflexiones y emociones de estas semanas.

Cristina García Islas

Compositora

Llevamos más de un mes en cuarentena. Cuando todo esto comenzó, nadie esperaba que pudiera durar tanto la contingencia. Imaginé por un momento que podría dedicar más tiempo a la composición y a la introspección. Descubrí entonces de forma "agigantada" mi responsabilidad como docente y compositora. De pronto abres a fuerza los ojos y te das cuenta que los alumnos te ven como "jedi", lo cual implica que no puedes caer, no puedes desistir, no puedes decepcionarlos y mucho menos decepcionarte a tí mismo. La caída es posible, pero sabes que debes levantarte al instante después del golpe. La creación se convierte en necesidad y responsabilidad social, la cual tiene como centro la dignidad y compasión humana. Te encierras, guardas silencio y recuerdas lo afortunada que eres. Aprendes que debes contar con cronómetro los segundos para llorar, gritar, desfallecer, rendirte, implorar a Dios y rápidamente encontrar valentía para seguir de pie.

Te levantas sin cuestionamientos, pues tus alumnos te dan esa fuerza que requiere el arte. Estamos en medio de una contingencia ¿la gente tendrá tiempo para pensar en esto? Yo creo que sí. La humanidad despierta bajo procesos distintos y un tiempo en tres dimensiones paralelas que incluyen sentimientos, apariencias, necesidades, miedos y revelaciones. He descubierto que sin creación no soy yo, sin mis alumnos no puedo retarme y sin encierro, no puedo valorar lo que la vida y Dios me ha bendecido para poder seguir aquí.

"Descubrí entonces de forma 'agigantada' mi responsabilidad como docente y compositora".

Sophie Goldberg

Novelista

Hace unos días mantuve una conversación telefónica con mi padre, Alberto, el protagonista de mi más reciente novela El Jardín del Mar. Con sinceridad les digo que, después de haber escuchado su sentir respecto a la situación que vivimos actualmente, comprendí que hay que transformarse, que hay que dejar los apegos, entender nuestras limitantes y ver, desde un lugar más nutrido, la realidad que compartimos con la humanidad entera.

Hija, me dijo, qué bendición poderte quedar en casa con tu esposo y con las comodidades y el resguardo del hogar; ese lugar conocido y seguro. A mi madre, a mi hermano y a mí nos corrieron del nuestro para nunca volver. Nos escondimos en un granero durante tres años, apartados a la fuerza de mi padre. Tan solo pensar que él estaba en un campo de trabajos forzados nos atormentaba. Tú, tú sabes que los tuyos están en casa, aburridos quizá, pero a salvo y no bajo el látigo de un verdugo.

Tienes alimentos, nosotros compartíamos una papa al día entre los tres y con ojos hambrientos, mi padre recibía una "sopa" transparente con lamentos flotando. Aun así, sacábamos fuerza de donde no la había.

Tienes libros, música, redes, comunicación, fotos y hasta abrazos vía remota; todo esto te acompañará durante el tiempo que tome controlar este virus. En cambio, para acabar con el odio racial que ha permanecido por años no se ha encontrado aún la cura, y su contagio sigue siendo un sinuoso enemigo.

Mi padre, prueba de supervivencia, me hizo ver que este es el nuevo rumbo que el universo está trazando y que va a cambiar para siempre la mentalidad de todos sus habitantes. Regresaremos a la normalidad, pero sobre nuevas bases, y habrá que ver cómo cada quien, con su propia percepción y elecciones inéditas, se reinserta en él. Es un parteaguas como lo fue la Segunda Guerra Mundial y como lo han sido otras catástrofes, sólo que ahora, se nos está regalando algo que nadie parecía tener: tiempo. Usémoslo con sabiduría.

"Mi padre, prueba de supervivencia, me hizo ver que este es el nuevo rumbo que el universo está trazando y que va a cambiar para siempre la mentalidad de todos".

Irene Martínez

Coreógrafa

Tengo buena relación con la soledad, disfruto mucho el silencio y me gusta el lugar dónde vivo. La cuarentena podría haber sido un regalo. En la segunda quincena de marzo teníamos Temporada de Jacarandas, una serie de tres funciones que se realizarían sobre el pasto, en el jardín de casa. Entre ellas el preestreno de Flor o fruto, la pieza para infantes en la que hemos trabajado con mucho corazón y hubiéramos estrenado el 18 de abril en el Salón de Danza de la UNAM. La idea era continuar con el trabajo en línea, pero en consenso con las dos bailarinas involucradas decidimos hacer alto total y recuperar el trabajo cuando podamos ensayar mirándonos a los ojos. Me inquieta la interrupción del flujo en el trabajo en equipo. Mucho más me preocupa la gente que no puede quedarse en casa y la que saldrá lastimada de este impasse. No es un regalo, es germen de nuevas preguntas y tiempo para caminar entre ellas. He procurado no volcar mi vida hacia el mundo digital y vivir a plenitud el momento de excepción con todo el desconcierto, desasosiego y resquemor que pueda implicar. La danza se resignifica día a día y va encontrando su cauce. Una columbina inca anidó en el zapato de unos zancos al lado de la puerta, he tenido la inmensa fortuna de mirar todo el proceso desde los huevos, los recién nacidos con su madre amorosa, la perfección de los tiempos, la manera en que crecen y se espabilan. Ya casi están listos para volar. Cuando se termine el confinamiento ¿estaremos listos nosotros?

"Ya casi están listos para volar. Cuando termine el confinamiento ¿estaremos listos nosotros?".

Antanas Amador

Cineasta

Bienvenida y siéntese allí, encima de esos libros apilados que apenas termine la cuarentena se van a ir a la basura, junto con todas las expectativas que me había hecho para marzo, abril, mayo, junio, 2020, 2021, 2022 y toda la vida. Lávese las manos mientras yo le sigo contando: heme aquí confinado, preso de la desocupación y por el coronavirus, comiendo a deshoras, durmiendo poco y hablando solo -como en un día normal- pero con la dificultad de continuar con este guión que me levanta a las 3 de la tarde y me acuesta a las 4 de la mañana. Precisamente anoche, vía...

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