Lázaro Azar/ Gran Revuelo en San Ildefonso

AutorLázaro Azar

El punto culminante del 18 Festival del Centro Histórico (FCH) fue, aún sin necesidad de presenciar lo que todavía falta, la presentación en México de la máxima figura de la vanguardia pianística, el francés Pierre-Laurent Aimard (1957), quien la noche del viernes pasado dio a conocer en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso la totalidad de los Estudios para piano que, de 1985 a la fecha, ha compuesto el húngaro Gy"rgy Ligeti (1927).

Dos horas antes del concierto, la cola para ingresar alcanzaba la esquina de Justo Sierra y República de Argentina. Dado que la entrada fue gratuita, se repartieron fichas para controlar el acceso al recinto que se vio colmado por un público en el que, como pocas veces, se reconocían músicos: compositores, intérpretes y una gran cantidad de jóvenes estudiantes.

¿Qué causaba tanta expectación? Indudablemente, la oportunidad de conocer las más recientes adiciones (algunas todavía no grabadas) con que Ligeti ha expandido su invaluable aportación a la literatura musical, recreada nada menos que por "él intérprete" para el que se ha compuesto mucha de la música para piano del último cuarto de siglo, porque "esa" es la magnitud de Aimard.

Antes de esta histórica ocasión fui solicitado para "voltearle las páginas" a Aimard durante el concierto, y en un arrebato de osadía acepté. Perdón por incluirme en esta reseña pero, ni modo, me tocó estar en un lugar privilegiado que me permite compartirles lo siguiente.

Una hora antes de su actuación, Aimard me enseñó esa suerte de baraja que eran las hojas sueltas de cada una de las partituras. Independientemente de lo intrincada que sea la música de Ligeti, por sus combinaciones rítmicas sin precedentes, por sus disonancias, acordes e intervalos irregulares y por sus contrastantes dinámicas, aquello es lo más arduo de leer que me ha tocado ver (creo que) en toda mi vida.

Ya que el pianista tocaría, con copias facsimilares del manuscrito, varias de las que él había "enriquecido" con un colorido grafitti que le ayuda a discernir qué destacar de la tan compleja escritura y caligrafía (que aquí no son sinónimas) de Ligeti... y así, con un ojo al gato y otro al garabato, me aboqué a mi tarea.

Como a principios del Siglo 20, Vladimir Horowitz dijo que "se necesitan seis manos" para tocar la Passacaglia de Godowsky, así hoy los Estudios para piano de Ligeti han sido calificados de "intocables" por la gran mayoría de los pianistas que se han atrevido a...

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