La lectura sin dogmas, rituales ni horarios...

AutorYanireth Israde

Hay que practicar la lectura en voz alta entre unos y otros, aun si nuestra niñez es remota, aconseja María Baranda, embajadora de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) 2017. La poeta liga crecer con leer, de modo que la transmisión oral de los libros prosiga sin distingo de edades para incorporarse, por ejemplo, en la sobremesa familiar, como parte del convivir.

Un gato negro, verdes los ojos, estira las orejas tras la ventana. Los perros ladran afuera. Dentro, plantas y libros forman el bosque que habita la escritora en su casa.

"En países lectores, como Francia, se encontró que padres y tutores leen a los niños hasta los 14 o 15 años. Hacen de la lectura algo colectivo y es uno de los países con mayor índice de lectura. Nosotros aquí decimos: 'ya lee mi hijo -en primero de primaria- y ahí te ves'; en lugar de decir: 'qué bueno que lea, pero yo le voy a seguir compartiendo, no importa hasta qué edad, cuentos o poemas'".

Baranda (Ciudad de México, 1962), tercera embajadora de la FILIJ tras las designaciones de Francisco Hinojosa y Mauricio Gómez Morín, considera un error suspender la lectura a los niños cuando adquieren habilidades lectoras.

"Estas habilidades lectoras son parte del compromiso de la escuela con la formación del niño. No hay que dejarles de leer cuando las adquieran", insiste la autora de Digo de noche un gato.

La poesía comenzó en voz alta, recuerda: era el canto de la tribu que narraba los avatares de los héroes.

"Tiene algo de encantatorio leer un poema en voz alta".

-En esos países que menciona, ¿en qué momentos se lee colectivamente? ¿Como parte de qué rituales? -se le pregunta.

-Daniel Pennac (escritor) leía fragmentos de La Ilíada o La Odisea a sus alumnos de nivel universitario. Depende de cómo se inserte la lectura en tu vida y cómo quieras otorgarla. Si un libro sirve para hacer conversación, ya abriste un mundo completamente. Si un libro es tema de sobremesa en tu familia, ya cambió a los que estuvieron ahí comiendo: van a escuchar, van a querer formar parte de eso, van a buscar. Hacemos lo mismo con las películas cada vez que vamos al cine y comentamos lo bien que estuvo. Si hiciéramos lo mismo con un cuento, con una novela o con un poema, estaríamos acercándonos de otra manera.

RUTINA

El gato negro sigue afuera, agazapado en la ventana; los ladridos cesaron, y el sol se mete en la habitación. La escritora siente una leve ronquera que no interrumpe su voz.

La lectura, advierte, tiene que ser parte de una convivencia natural y cotidiana, no forzada.

"No creo en los horarios, en los rituales que marcan hora de leer cada 30 minutos, o por las noches. Son dogmas, porque se vuelve una obligación. Eso no".

María Baranda, autora también de La risa de los cocodrilos y ¡Ruge!, fue rebelde desde su niñez...

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