Leer o morir / El guardián entre el centeno

AutorGuadalupe Loaeza

"Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada". Con estas palabras comienza El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye, 1951), del escritor estadounidense Jerome David Salinger (1919-2010), una novela apasionante, desenfadada y liberadora, que cambió la vida de toda una generación de jóvenes. No nada más yo sentí que estaba finalmente acompañada, comprendida y que podía confiar en alguien. Todo eso me ocurrió con su protagonista, el entrañable Holden Caulfield, un joven de una fortaleza interior maravillosa y sumamente introspectivo. Apenas apareció, el libro se convirtió en un éxito sin precedentes. Los jóvenes comenzaron a leerlo compulsivamente.

La generación que descubrió El guardián entre el centeno estaba formada por los jóvenes de los años 50, por personajes como Liz Taylor, James Dean y Kim Novak, es decir, los modelos de la juventud rebelde de entonces. De ahí que se hicieran películas, libros y playeras que se vendían tanto como el libro. Por esos años, Frederick Gwynn y Joseph Blotner escribieron el libro La ficción de J.D. Salinger en el que calificaban la obra de este autor nacido en Nueva York como "la única literatura de posguerra unánimemente aprobada por la juventud norteamericana estudiosa de nuestra época". Fue tanta la fama que tuvo esta novela que comenzaron a escribirse libros para comprender el fenómeno. Aunque tampoco hay que olvidar que Mark Chapman, el asesino de John Lennon, tenía un ejemplar de la novela debajo del brazo cuando cometió su crimen. De ahí que también existiera una leyenda negra sobre el libro.

Salinger no tenía el menor interés por aparecer en programas ni en revistas. Se hizo un mito, incluso amenazaba a sus amigos para que no dijeran nada sobre él. Pero Salinger tenía una vida que explicaba su horror por la notoriedad. Cuando era muy joven hizo su servicio militar y se enroló en el ejército; fue entonces que le tocó desembarcar en Normandía, el 6 de junio de 1944. Es decir, le tocó presenciar la invasión de Europa por el ejército estadounidense. Esta experiencia lo marcó, pues como decía: "Nunca se logra olvidar el olor de la piel...

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