Legislar sin reformar

AutorKarla Garduño Morán

La ausencia de mecanismos para llegar a acuerdos y crear mayorías legislativas en la pluralidad, el peso de intereses políticos y económicos en el proceso legislativo, el incumplimiento de las agendas de las bancadas y la falta de mecanismos de rendición cuentas son factores que mantienen entrampado al Congreso mexicano.

Académicos y legisladores coinciden en que la principal causa de que las reformas trascendentes no se aprueben en el Poder Legislativo es la falta de un marco legal adecuado a la pluralidad actual, que sustituya al régimen que funcionaba cuando había un partido hegemónico.

El régimen presidencial está desgastado. La facilidad con la que el Presidente procesaba su agenda con un Congreso dominado por su partido político quedó atrás desde que en 1988 el PRI perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.

A medida que la Cámara se volvió pluripartidista, la actividad legislativa se incrementó y la participación del Presidente se redujo. Entre 1991 y 2011 el número de iniciativas presentadas en la Cámara de Diputados pasó de 313 en la LV Legislatura a 2 mil 259 en los dos años que lleva la LXI Legislatura, pero el porcentaje aportado por el Ejecutivo disminuyó del 43.1 al 1.1 por ciento.

Aunque el número de iniciativas aumentó más de 600 por ciento, no todo se discute. En la LV Legislatura (1991-1994) los diputados procesaron el 64.2 por ciento de las iniciativas presentadas, mientras que en la LX (2006-2009) sólo procesaron el 29.4 por ciento, y en lo que va de la actual legislatura (2009-2012) apenas han procesado el 8.1 por ciento, según datos del Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación.

Pero no todo lo que se discute se aprueba. En el periodo 1991-1994, cuando el PRI era gobierno y tenía mayoría absoluta en la Cámara (64 por ciento), se aprobó el 96.5 de las iniciativas procesadas, mientras que en la pasada legislatura (2006-2009), con el PAN en el gobierno y como primera fuerza (41.2 por ciento de los diputados), se aprobó el 42.6 por ciento de las iniciativas procesadas.

En el Senado ocurre algo similar. En el periodo 2000-2006 se presentaron mil 188 iniciativas, de las que se procesaron 871 y sólo 216 fueron aprobadas. En lo que va del periodo 2006-2012 se han presentado ya 2 mil 431 iniciativas, se han procesado 960 y se han aprobado 248.

A pesar de esta transformación en la Cámara baja, las reglas del juego legislativo no han tenido modificaciones de fondo. La reforma más trascendente en los últimos años es el nuevo Reglamento de la Cámara de Diputados que se aprobó en diciembre del 2010.

Los resultados del nuevo reglamento todavía no son tangibles. Apenas las iniciativas turnadas en el pasado periodo ordinario de sesiones -de febrero a abril- se procesan bajo las nuevas reglas que le ponen plazos a los dictámenes para que invariablemente pasen por la discusión. Sin embargo, la Cámara de Diputados difunde desde hace dos semanas un spot radiofónico en el que presume que con el nuevo marco legal se agiliza el trabajo legislativo.

Mientras tanto, las reformas consideradas fundamentales por los propios legisladores, como la laboral, la fiscal o la política, se encuentran entrampadas.

Componentes de la parálisis

La politóloga y socióloga del Centro de Investigación y Docencia Económicas, María Amparo Casar, advierte que en México hay una combinación de tres factores que favorecen la parálisis legislativa.

"Primero, un marco institucional que no propicia la construcción de acuerdos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo y al interior del...

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