La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

Rafael Gaona gana la pelea al olvido

Hace unas semanas, en Cuernavaca, ciudad donde vive desde hace muchos años, el escritor guanajuatense Rafael Gaona fue atropellado y resultó, nos dicen amigos que mucho lo quieren, con fractura de la base del cráneo que le produjo una amnesia total de la que, por fortuna, se viene reponiendo. Ya recuerda hechos mediatos, pero todavía le resulta difícil traer a la memoria lo ocurrido hace poco tiempo. Sin embargo, rodeado de afectos y con la fuerza que lo caracteriza, el autor de Déjame que te cuente le está ganando la pelea al olvido. Y qué bueno, porque tiene mucho que contar. Baste decir que durante la carrera de letras que cursó en la UNAM, en el viejo edificio de Mascarones, fue discípulo de Julio Torri, Bernardo Ortiz de Montellano y Carlos Pellicer, y seguramente compartió proyectos y sueños con algunos de sus contemporáneos, como Sergio Magaña y Emilio Carballido.

El antihomenaje de una pésima edición

Uno de esos personajes a los que Rafael Gaona trató de cerca fue Andrés Iduarte. Convivió con él en Estados Unidos, cuando éste era profesor de una prestigiosa universidad y Gaona tenía un empleo consular. El libro Andrés y Diego en la muerte de Frida trata precisamente de esa amistad y de la colaboración de Gaona con Iduarte durante el breve lapso en que éste fue director del INBA. Lo ocurrido como consecuencia del velorio de Frida en el Palacio de Bellas Artes, que desembocó en el cese del tabasqueño, ocupa esas páginas que están entre lo mejor que se ha escrito sobre nuestra atropellada vida cultural. La primera edición, de 1999, la hizo el gobierno de Chiapas y seguramente acabó en alguna bodega, pues nunca la vimos en las librerías capitalinas. Por eso fue un acierto que el Instituto de Cultura de Morelos decidiera reeditar ese volumen. Lamentablemente lo hizo tan mal, que entre erratas y faltas de ortografía este republicano le contó alrededor de 140, lo que evidentemente es mucho en 152 páginas de pequeño formato. En la página legal de ese libro se informa que Francis Volken y Laura Camacho estuvieron al "cuidado de la edición", lo que obviamente es un decir, pues se trata de una agresión contra el autor y su texto. Quizá ésa y otras ediciones de las aparecidas con el sello del Instituto le hayan costado la chamba al señor Adalberto Ríos Szalay, quien figuraba como su director general. Pero es dudoso. En su lugar, el gobierno panista acaba de nombrar a un ilustre desconocido, mientras la...

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