La República de las Letras

AutorHumberto Musacchio

Murió el escritor Francisco Liguori

Falleció en esta ciudad el gran Francisco Liguori, epigramista genial, amadísimo maestro de la Preparatoria, figura indispensable en los mentideros periodísticos, en los que alegraba las mesas con extraordinaria bonhomía, un humor a toda prueba y su indoblegable alegría de vivir que le ganaron el cariñoso mote de "Pancho Licuori". De unos años para acá, pocos, la memoria solía hacerle trampa y se dio el caso de que se extraviara entre calles y recuerdos que dejaron de ser suyos. Nacido en Orizaba, Veracruz, en 1917, muy joven vino a la Ciudad de México y se hizo abogado en la UNAM, donde por muchos años fue profesor de la Escuela Nacional Preparatoria; sin embargo, muchos mexicanos lo recuerdan más por el magisterio que ejerció a lo largo de 17 años en programas de televisión como Sopa de Letras y Sábados con Saldaña, donde alternaba su gracia como epigramista con una erudición que regalaba en forma sencilla, natural, amable. Entre los años 60 y 70 tuvo un paso más o menos breve por los cargos burocráticos. Colaboró en Excélsior, Siempre! y otras publicaciones. Dejó libros como El tema de Ausonio (1945) o su Semblanza de Renato Leduc (1966), pero será recordado principalmente por sus Crónicas rimadas. Extrañaremos su inteligencia y su poesía.

La renuncia de Orlando Ortiz

Informamos en esta columna que el premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional se concedió a un texto que resultó el plagio de un cuento de Orlando Ortiz. El autor del fusil, el peruano Oscar Colchado, aceptó que conocía el cuento de Orlando, pero en su defensa dijo que le "agregó" otros elementos y aun tuvo la desfachatez de acusar a Ortiz de haber plagiado a Alain Robbe-Grillet. Sin embargo, para cualquier lector las semejanzas son notorias, aunque Ramón Chao, de Radio Francia Internacional, sostiene la peregrina teoría de que el plagio sólo ocurre cuando hay transcripción completa de una obra (eso se llama copia) y decidió dejar en el jurado la responsabilidad de decidir sobre lo evidente. Lo dicho por el señor Chao es una ofensa a la inteligencia. Es obvio que no le interesa la justicia, sino echar tierra sobre un asunto que tiene como único culpable al bucanero peruano. Por su parte, Orlando Ortiz, en forma apresurada renunció a ejercer su derecho a recurrir a los tribunales porque un abogado de la Sogem hizo una infortunada declaración. Por fortuna, Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de esa sociedad, salió a aclarar las cosas...

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