Entre letras y copas

AutorNorma Bautista

En coctelería, todas las referencias tienen una constante: en algún momento, a un líquido alcohólico se le añadió otro, dulce y agradable, para disfrazar el sabor del primero.

Si el coctel maquilla el alcohol, la literatura funciona, de igual manera, con la realidad. La línea que los comunica es la impostura. La mentira. Nos engañamos creyendo que, con un licor dulce o ácido, el alcohol no es demasiado y podemos continuar la tertulia o el placer solitario, sin culpa.

Los escritores convidados a este maridaje crearon obras que forman parte del canon literario universal, con los sentidos extasiados y embriagados por un coctel con el que pudieron disimular el miedo al fracaso, sobrellevar a sus demonios y darle un sentido a su existencia.

"A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa".

Edgar Allan Poe bebía para acallar sus tormentos y escribía para liberarse de ellos. Gran parte de su producción de cuentos, ahora reunidos en "Cuentos 1 y 2", los escribió totalmente alcoholizado.

Tampoco era que necesitara mucho: era intolerante al alcohol y tenía una afección cardíaca, así que preparaba licor de huevo, un coctel muy dulce, con brandy.

"Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión".

Charles Baudelaire encontró en los versos la forma de protestar contra la sociedad y el vacío cultural. "Las flores del mal" es un buqué de lo más retorcido y despreciado de la realidad.

El poeta maldito se entregó a la vida bohemia, donde la absenta, un potente destilado, corría por litros en una bebida llamada hada verde. Baudelaire le atribuía el poder de detener el tiempo y otras "magias" psicóticas.

"Denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte".

Joseph Roth no tuvo la suerte de morir como concluye su libro "La leyenda del santo bebedor". En todos los aspectos de su vida, confundió siempre ficción y realidad. Era mitómano.

Vivía en el Hotel Foyot, donde se alcoholizaba con una mezcla de coñac y aguardiente: suze a la mirabelle. Le afectó mucho la decisión de las autoridades parisinas de demoler el inmueble, por riesgo de derrumbe.

"Las obsesiones son lo único que importa".

El vodka, la comida, su madre y su orientación sexual fueron las obsesiones de Patricia Highsmith. Escribir fue el escape a lo que la torturaba.

En "Tom Ripley", compila la saga del personaje con el mismo nombre, en el cual depositó características que le pertenecían a ella, como su deseo de vivir en un mundo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR