El Límite del Tiempo: Bajo las cámaras

AutorLaura Pardo

Un grupo de locos aventureros se lanza a filmar una película en el desierto de Baja California. Van en la búsqueda de las gigantescas pinturas rupestres que se encuentran en lo alto de la sierra. Son más de 30 entre actores, fotógrafos, iluminadores y asesores. Al frente, el director Carlos Bolado sortea las dificultades técnicas y logísticas que significa filmar en El Límite del Tiempo y en medio de la nada. Jesús Ochoa (Arce), Damián Alcázar (Damián), Salvador Aguirre (productor) y Carlos Bolado narran de viva voz ese viaje en el que acompañaron al personaje principal hasta el centro de sí mismo y de sus orígenes. El resultado de una aventura que también llevaría a los cineastas a descubrirse a sí mismos y a llevar al espectador al reencuentro con la provincia mexicana y sus raíces.

La peligrosa banda de maleantes .

Filmación a la mexicana en el otro lado de la frontera. La primera dificultad que el equipo encontró fue rodar unas cuántas secuencias en San Diego. El seguro para filmar ahí una cinta de ficción cuesta 1 millón de dólares, un lujo que --aunque lo valen-- los cineastas no podían darse ni en sueños. La decisión: aventarse como El Borras, es decir, sin permiso de filmación, con una camioneta que traía placas de otro auto, haciéndose pasar por reporteros pero, eso sí, cargando un optimismo que sólo pudo disolver la llegada de la policía. Contada tiempo después, la anécdota es motivo de carcajadas; sin embargo los agentes (grandotes, serios y muy profesionales) traían pistolas y la estricta orden de atrapar a la peligrosa banda de maleantes mexicanos que andaba robando coches para venderlos del otro lado. "¡Somos cineastas, officer, y venimos a filmar una película!", explicó Carlos Bolado (en inglés y muerto de miedo, claro), al tiempo que los agentes soltaban la risa, le retenían las placas falsas y le perdonaban la vida. Sobra decir que Bolado y su equipo fueron invitados a salir del país a la voz de ya. Suerte que alcanzaron a filmar lo que necesitaban.

Los motociclistas .

Todo sacrificio es bueno con tal de tener la toma perfecta. Incluso, cederle una habitación a un grupo de extraños y dormir todos amontonados. Resulta que una noche llegó al pequeño --y único-- hotel de la localidad en medio de la sierra un grupo de 30 motociclistas. Sólo había un cuarto para ellos, así que el equipo de filmación --conformado por más de 30 personas-- decidió cederles una de sus pocas habitaciones con tal de que los motociclistas accedieran a...

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