Los Límites de la Cohesión Social

AutorGeorgina Sánchez

La mediación desde arriba incluye las instituciones gubernamentales, los partidos políticos, el presidente de la república y los mecanismos y actores que hasta tiempos recientes tenían a su cargo la cohesión social. El sistema político del siglo XX no será el del XXI: las prácticas de presidencialismo, corporativismo, patrimonialismo, caudillismo y populismo están siendo rebasadas por las dinámicas sociales y nuevas formas de hacer política. Los liderazgos habrán de cambiar hacia nuevas formas representativas y legítimas en las que los ciudadanos se reconozcan, se identifiquen y les otorguen su confianza. Así, la institución presidencial está comenzando a ser acotada no sólo por los otros poderes de la Unión, sino también por la presión que los ciudadanos, los organismos no gubernamentales, los partidos políticos e incluso el medio internacional ejercen sobre ella. La práctica y el liderazgo presidencial habrán de ser más democráticos. Por su parte, los partidos políticos tendrán que iniciar en el futuro próximo una reforma que les permita una mayor cercanía en su función de representación con los ciudadanos. Incluso la oposición partidista habrá de reformarse para reconstruirse en torno a las nuevas demandas y a la nueva realidad de la alternancia. Obviamente, se trata de un proceso de largo plazo, donde siempre existirán tentaciones y posibilidades de regreso al pasado. Habrá que estar alerta.

Pero en este cambio de siglo, no hay duda de que la transición política y social de México iniciada en los últimos años con las reformas políticas electorales y las victorias de los partidos políticos de oposición al PRI, que culminaron con la elección del 2 de julio del 2000, abre una gama de nuevas posibilidades de expresión y participación política. El deterioro de los antiguos modos de hacer política deja espacios de participación que, a manera de vasos comunicantes, son y serán ocupados por nuevos actores y expresiones. Sin embargo, la mayor participación social tampoco es signo de estabilidad y certidumbre: el proceso de transición también está caracterizado por la competencia por los espacios, con frecuencia por actores no democráticos y no institucionales, que crean dinámicas de disrupción y de cohesión social en torno a intereses particulares contrarios a cohesiones sociales más amplias.

La mediación desde arriba implica establecer los lineamientos que ofrezcan las condiciones para que la cohesión amplia y democrática pueda tener lugar: abrir el espacio a la libertad de acción y expresión, dentro de cauces institucionales. La tentación autoritaria consiste en inhibir esa participación o forzarla hacia intereses particulares. Los nuevos actores de la mediación desde arriba tendrán que constituir, con el paso del tiempo, una nueva clase dirigente: política, empresarial, social y cultural, con una conciencia social que abra la participación a los gremios, sindicatos y organizaciones populares.

Uno de los límites que aparecen en este proceso son las diferencias ideológicas, producto de las diversas transiciones, que apuntan hacia probables polarizaciones y enfrentamientos, debilitando la cohesión social necesaria para poder actuar concertadamente frente a problemas. Detrás de todo, se encuentran valores morales profundos e irreductibles. En este proceso, la mediación desde arriba implica también el deslinde entre los ámbitos de participación: mientras que la moral pertenece a la esfera privada, la ética a la esfera pública.

Mediar en el enfrentamiento entre lo público y lo privado, crear instancias de conciliación entre los intereses locales, regionales, nacionales y el entorno internacional; establecer equilibrios entre las tensiones ideológicas y a pesar de ello mantener la gobernabilidad, es una de las tareas más importantes del Estado como entidad de cohesión social. Para ello, el Estado requerirá no sólo de nuevos actores, sino de nuevos mecanismos de mediación. Uno de ellos será precisamente la falta de cauces institucionales: frente a ello, el Estado deberá tener la elasticidad suficiente para la expresión pragmática de los ciudadanos y de las organizaciones, que no atenten contra el interés general.

Entre las instituciones del Estado, una de las fundamentales, junto con la burocracia, es la de las fuerzas armadas. En México, éstas...

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