La literatura civiliza.- Mario Vargas Llosa

REFORMA / Staff

No hay civilización sin literatura, proclamó ayer el escritor Mario Vargas Llosa. Es tan poderosa, dijo, que no sólo ha logrado salvarlo como hombre, pues también ha evitado que este mundo se pueble de autómatas.

Las historias que contienen los libros hacen más, mucho más que entretener: exaltan la libertad y alertan contra la opresión, enfatizó durante su discurso "Elogio de la lectura y la ficción", que leyó en Estocolmo, donde el viernes recibirá el Premio Nobel de Literatura.

"Hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano".

La literatura incrusta en los espíritus la inconformidad y la rebeldía, advirtió el también ensayista. Sin ella no habrían deseos ni ideales ni desacatos.

"Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará", explicó en un texto de 13 páginas donde habló lo mismo de letras que de teatro, de su padre, de su amor por su esposa Patricia y de sus dos patrias, Perú y España.

Vargas Llosa pronunció entre lágrimas el nombre de su mujer. "Sin ella", confesó, "mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: 'Mario, para lo único que tú sirves es para escribir'".

Fue este discurso un recorrido por sus pasiones y animadversiones, un trayecto que siempre retornó a la literatura y a su poder transformador.

"Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR